Que Dios nos pille confesados. Es lo que habrán pensado los candidatos a suceder a Theresa May en el cargo de primer ministro, quien se va con su baile a otra parte. ¿Acaso decidieron agarrar el toro por los cuernos antes de recibir la embestida? Hasta el momento, siete de los diez aspirantes al número 10 de Downing Street admitieron haber consumido drogas ilegales: Rory Stewart, Andrea Leadsom, Boris Johnson, Jeremy Hunt, Matthew Hancock y Dominic Raab.
La confesión de Gove, quien en su momento traicionó a Johnson tras la caída de David Cameron, fue aprovechada por otro de los aspirantes, Sajid Javid, para golpear por debajo del cinturón: "Cualquiera que tome una droga dura tiene que pensar en la cadena de suministro de Colombia a Chelsea y en las vidas que se cobra por el camino", dijo contundente.
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La guerra intestina de intrigas y traiciones que según May llevaron en su contra desde el propio seno de su partido para provocar su caída, se trasladó ahora a la batalla por la sucesión en algo que se ha convertido en un auténtico club de la pelea.
Para el experto, definitivamente este no es el punto importante en esta carrera.
"Al final de cuentas aquí hay que ver quiénes son los candidatos que pueden ganar, qué representan, y sobre todo, qué tipo de Brexit que pueden presentar y que sea políticamente viable".
El analista incide en que muchos de los votantes británicos no están satisfechos por la manera en que, tanto los conservadores, como los laboristas por otros motivos, han manejado la cuestión del Brexit. Una cuestión que se vio reflejada en las últimas elecciones al Parlamento Europeo en Reino Unido donde el partido Brexit, arrasó.
"Lo que es un hecho es que hoy, ni los Conservadores, ni los Laboristas, quisieran irse a unas elecciones [anticipadas] en las cuales los dos quedarían muy mal parados, y es por eso que van a hacer lo posible, primero por terminar con el Brexit de alguna manera, y después intentar recomponer el tejido de votantes de sus respectivos partidos con miras a las elecciones en el futuro", concluye el Dr. Rolando Dromundo.