"El Consejo de Supervisión de Estabilidad Financiera, un panel con los funcionarios estadounidenses de más alto nivel y encargado de prevenir futuras crisis financieras, se reunió para comentar la subida de los préstamos corporativos de la última década, muchos de los cuales son calificación crediticia basura. Una desaceleración económica podría traer una ola de impagos que podría extenderse por los mercados", publica The Street.
Según datos del Sistema de la Reserva Federal, "para finales de 2018 la deuda corporativa acaparó el 73,1% del PIB estadounidense". Un dato ligeramente inferior al 73,7% inmediatamente anterior a la crisis de 2009. Y al mismo tiempo, la actual deuda corporativa estadounidense la emite el doble de empresas con calificación BBB que cuando estalló la crisis de hace una década, explica Danílov.
En otras palabras: el nivel de la deuda corporativa es crítico y encima es de menos calidad. "Si por algún motivo la economía empeora, aunque sea un poco, todo este castillo de naipes se caerá", opina Danílov.
Sin embargo, no abordar el problema es también una mala decisión tarde o temprano, opina el periodista ruso.
"En este contexto, es imposible no tener la sensación de que la velocidad con la que Donald Trump se ha embarcado en una guerra comercial con China, con la UE e incluso con la India y con México se debe a la economía nacional de su país: necesita que los rivales económicos de EEUU se hundan hasta que todos los riesgos sistémicos inherentes a la economía de EEUU hayan pasado del todo", opina.
Es posible que lo consiga, explica Danílov, pero añade que todos los éxitos económicos de Estados Unidos se deben única y exclusivamente al sufrimiento de sus rivales y que esta vez "todo está yendo de otra forma": Trump está formando una coalición antiestadounidense desde Caracas a Teherán y desde Bruselas a Hong Kong a un ritmo vertiginoso. Motivo por el que "es posible" que esta vez le salga el tiro por la culata, concluye Danílov.
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