Sin contar el apoyo de India, Turquía e Irán, las "líneas rojas" militares de Rusia y el sustancial apoyo financiero de China al régimen de Maduro exhibieron tanto la puerilidad geoestratégica del asesor de Seguridad Nacional, el neoconservador bushiano John Bolton, como del secretario de Estado Mike Pompeo, confeso "evangelista sionista", lo cual obligó a que el presidente Trump se comunicara con su homólogo ruso para distender el caos global y operar más a favor de la "estabilidad estratégica" que tanto propugna el canciller ruso Serguéi Lavrov".
En referencia a la aventura militar del pugnaz Bolton en Venezuela, el presidente Trump se desmarcó insólita y nítidamente de su asesor en Seguridad (sic) Nacional y lo inculpó de buscar la guerra, a la que, dígase lo que se diga, Trump se ha visto reticente.
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La llamada de Trump a Putin obligó a Pompeo a acudir a Sochi (Rusia), para no decir Canossa —cuando el emperador del sacro imperio romano Enrique IV se postró ante el Papa Gregorio VII en 1077—, donde se reunió tanto con el canciller Lavrov como con el presidente Vladímir Putin para diluir el vino bélico global en varios frentes y, en particular, en el trascendental tema del control de las armas nucleares donde hubo coincidencia plena.
Después del fracaso de dos cumbres del juvenil mandatario Kim Jong-un con Trump en Singapur y Hanói, Corea del Norte se ha soltado algunos grilletes mediante su espectacular visita a Vladímir Putin en Vladivostok y el lanzamiento "experimental" de misiles de corto alcance en sus mares cercanos.
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Antes de acudir a Sochi, Pompeo pasó sin previo aviso diplomático por Bruselas, donde chocó con la Unión Europea por el destino del Acuerdo Nuclear con Irán y la falta de apetito europeo para colaborar en una guerra con el país persa, a tal grado que una fragata española interrumpió su viaje de acompañamiento al portaviones Lincoln con rumbo hacia el Golfo Pérsico con el pretexto de que su tripulación debía votar en las próximas elecciones europeas.
Las supuestas amenazas contra el personal y/o militares de EEUU en Irak por parte de Irán —que valió de pretexto para que Bolton enviase un portaviones y bombarderos B-52 al Golfo Pérsico—, no han sido especificadas y varios congresistas y senadores de EEUU han exigido evidencias, ya que un montaje de este nivel puede llevar a una conflagración de pronóstico reservado, si es que no ocurre antes un error de cálculo de los adversarios.
Sería un grave error de cálculo estratégico que el régimen iraní haya saboteado 4 tankers el 12 de mayo de Arabia Saudí y/o Emiratos Árabes Unidos, lo cual apunta más bien a un operativo de "falsa bandera" para empinar a Trump a una guerra que anhela Israel hasta el último soldado… estadounidense, con lo que sueñan algunas petromonarquías enemigas de Irán y aliadas a Netanyahu.
Se pudiera conjeturar hasta el cansancio qué tanto Irán fue responsable del ataque de la guerrilla de los hutíes —apuntalados militarmente por Teherán— a 2 estaciones de bombeo petrolero en Arabia Saudí a lo largo de su oleoducto que va de Yanbu a Dammam.
Desde su etapa bushiana y antes de ser el incompetente asesor de Seguridad Nacional de Trump, Bolton ha abogado por el "cambio de régimen" en Irán.
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The Washington Post cita a un funcionario anónimo (sic) que afirma que —Trump desea dialogar con los iraníes; quiere un arreglo—. El problema radica aquí en saber si el régimen iraní está todavía dispuesto a dialogar con el diluvio de sanciones que le ha asestado Trump: que van desde la interdicción de sus exportaciones de gas/petróleo, pasando por la asfixia económico-financiera, hasta la prohibición de exportación de metales.
Por fin se han movido dos piezas diplomáticas de intermediación para evitar la guerra y/o el —cambio de régimen— que propugna la pugnaz dupla Bolton/Pompeo cuando el presidente suizo Ueli Maurer visitó en forma sorprendente y sin previo aviso la Casa Blanca para interceder con el país persa.
Ya con antelación, Trump había proporcionado un teléfono a la diplomacia suiza para que los iraníes se pusieran en contacto con él y así iniciar las negociaciones.
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En paralelo, el canciller iraní Yavad Zarif proclamó en Tokio de que Irán tampoco deseaba la guerra. Aquí también Japón puede jugar un favorable rol de lubricador.
Hasta The New York Times, vinculado al eje Clinton/Obama/Soros fue acusado de "antisemitismo" por haber publicado una caricatura denigrante en la que un canino disfrazado del primer israelí Netanyahu conduce al ciego presidente Trump, en clara alusión a toda la ultrajante política medio-oriental de la Casa Blanca.
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Lo interesante aquí radica en que los dos grupos antagónicos de Soros y Netanyahu se acusan mutuamente de "antisemitas" que se ha vuelto un término eviscerado de todo significado: un antónimo hollywoodense "sin semitas verdaderos" propalado por los intereses propagandísticos de Televisa/Univisión, lo cual se manifestó con el feroz ataque de Yair, el hijo de Netanyahu, a George Soros.
Por si quedase alguna duda, The New York Times expone que "Trump le dijo al Jefe del Pentágono que no desea una guerra con Irán".
En realidad, tanto el Secretario de Defensa Interino Patrick Shanahan como el Jefe de las Fuerzas Armadas Conjuntas, Gral Joseph F.Dunford, mostraron desde el principio su oposición a una aventura militar contra Irán, al contrario de la postura bélica a ultranza de la dupla Bolton/Pompeo: dos chivos en una cristalería.
¿Dónde quedaron los diplomáticos de Estados Unidos?
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK