Corría el año 2017 y el país vivía uno de sus momentos más convulsos de los últimos años. En la calle, día sí y día también, había "guarimbas", como se conocen popularmente a los cuatro meses (abril- julio) de violencia callejera perpetrada durante las marchas opositoras. Aquellas semanas de terror terminaron con más de 150 muertos en todo el país y centenares de heridos. En aquel contexto de convulsión política y social, la OEA convocó una reunión de cancilleres del organismo para el 2 de mayo en San Salvador. El objetivo: hablar de la crisis venezolana y presionar a los estados miembro para sancionar al país caribeño.
Injerencia. Falta de respeto a la soberanía de un país. Eran los mensajes que se lanzaban desde Miraflores y este desaire fue el detonante de una decisión que se venía fraguando desde hacía semanas. El anuncio fue impactante porque nunca antes, ningún país había abandonado voluntariamente el organismo con sede en Washington. Han pasado dos años desde aquellos momentos de coyuntura extrema y este nuevo 27 de abril se cumple lo que marca el artículo 143 de la Carta que se remonta a la fecha de su fundación, en 1948: "Transcurridos dos años a partir de la fecha en que la Secretaría General reciba una notificación de denuncia, la presente Carta cesará en sus efectos respecto del Estado denunciante, y este quedará desligado de la Organización después de haber cumplido con las obligaciones emanadas de la presente Carta". Llegó el día.
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Para al analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela, Luis Quintana, hay que ser "muy cuidadoso" a la hora de decir si esto es una "victoria" del Gobierno de Nicolás Maduro. En conversación telefónica con Sputnik, el analista sostiene que "se está dando una circunstancia de asedio al país y Venezuela debe mantener los espacios de interlocución política multilateral. Si nos estamos retirando es porque no había condiciones de permanencia y creo que eso no es una buena noticia para la región ni tampoco para Venezuela". No obstante, Quintana asegura que "si lo ponemos en la perspectiva de la polarización venezolana o de cómo se leen las cosas en Venezuela, sí es una victoria del Gobierno de Maduro salirse en este momento del organismo porque en verdad, la OEA nunca ha reflejado los intereses de la región suramericana y siempre ha estado subordinada a los intereses de EEUU".
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Estos días, la pregunta más recurrente entre los círculos políticos, periodísticos y en las esquinas calientes de cada Plaza Bolívar del país es si realmente Venezuela saldría hoy de la OEA. La situación política que actualmente vive el país caribeño, con Juan Guaidó, el presidente de la Asamblea Nacional, autoproclamado como presidente encargado del país y reconocido por algunos países del organismo hemisférico y por su secretario general, hacen este planteo como necesario. Para Luis Quintana, "a los efectos jurídicos y políticos, a partir del sábado 27 de abril, Venezuela deja de pertenecer a la OEA. El país ha cumplido con todos los mecanismos necesarios para irse según establece la Carta de la organización". Y aunque Guaidó, el pasado 8 de febrero, envió una carta a Luis Almagro en la que señalaba que dejaba sin efecto la denuncia de la Carta efectuada por Maduro para que Venezuela permanezca en el ente panamericano, lo cierto es que "Guaidó nunca ha conseguido los votos suficientes para obtener el reconocimiento de la OEA", señala el profesor de la UCV.
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Arreaza dedicó la mayor parte de su discurso a hablar de las sanciones que desde hace más de un año y medio, EEUU ha impuesto contra el país caribeño y que cada vez provocan más desgaste en la población. El bloqueo económico no es un cuento de guerra de hadas y superhéroes. Es una realidad que, según el canciller, puño en alto, micrófono en mano; está afectando a miles de venezolanos fuera y dentro del país llevándoles incluso hasta la muerte. Un reciente informe del Centro de Investigación Política y Económica (CEPR por sus siglas en inglés), con sede en Washington, estima que 40.000 venezolanos han muerto a causa de las sanciones estadounidenses. A esa lista podrían sumarse 26 compatriotas en Italia que llevan días esperando un trasplante de médula ósea en el Hospital San Mateo. Dependen de una fundación venezolana que no puede pagar debido a las restricciones financieras que sufre el país. Arreaza ha denunciado este caso con y sin chaqueta tricolor sobre sus hombros. Sobre los mismos hombros que ahora pesa una sanción particular y que afecta a los activos del canciller bajo la jurisdicción norteamericana.