A cada hora en punto hay una misa por el Nazareno de San Pablo en la Basílica de Santa Teresa de Caracas. Es Miércoles Santo y los alrededores de la plaza Diego Ybarra están llenos de policía, de devotos vestidos de morado y de merchandising religioso caribeño. La Virgen de la Divina Pastora, la Virgen de Coromoto, la Virgen de Chiquinquirá. Postales de papel cartón a 500 bolívares (menos de diez céntimos de dólar) el milagro. Según datos del Centro de Investigaciones Pew, con sede en Washington, en Venezuela hay 25 millones de fieles católicos. Hoy (17 de abril) es uno de sus grandes días de fe.
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Desesperados, los fieles decidieron sacar al Nazareno de San Pablo en procesión para pedirle que terminase con la enfermedad, y durante el recorrido la imagen chocó con un limonero. Del árbol, al chocar, cayeron unos frutos de los que se obtuvo una bebida milagrosa que terminó para siempre con aquella peste y sanó a los desahuciados. Se hizo el milagro y desde entonces, cientos de personas llegan cada año hasta aquí para pedir imposibles o para cumplir sus promesas al Santo que en algún momento les concedió la magia. El que puede, además, se viste de morado para hacer honor al monumento.
"Pero ya sabes cómo son los hombres, que nunca quieren reconocer que tienen la culpa, y más con estas cosas. Pero después fuimos al médico y le dijeron que tenía que seguir un tratamiento y por fin me quedé embarazada. Desde entonces vengo cada año a darle las gracias al Nazareno de San Pablo".
Su marido o el papá de Victoria no está con ellas, que sí cargan el tradicional atuendo morado. Han venido con sus vecinas del barrio de El Paraíso, al suroeste de la capital. Es mediodía y llevan cinco horas en la cola. No saben si llegarán para la misa de las tres de la tarde, la que da el Nuncio Apostólico de Venezuela, Aldo Giordano, habitual de las homilías político-religiosas. Como casi todo en el país.
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"Yo pedí y pedí al Nazareno para que se curara. Los médicos decían que no sabían si podría volver a caminar, y era tan pequeño, y a mí me daba tanta pena… Pero al final se recuperó y desde entonces venimos todos los años. Fue un milagro y se cumplió porque yo se lo pedí".
Así que cada Miércoles Santo de madrugada se levantan, se visten, vienen hasta aquí, hacen la cola, esperan, rezan algún padrenuestro, van a misa, vuelven a rezar, participan de la procesión por las calles de Caracas, velan al Santo hasta que la tradición lo devuelve al interior de la Iglesia a reposar otro ciclo.