María tiene 54 años y ha venido en un autobús público con su hermana Marifé y su marido, Leopoldo. Cuando llegaron a la estación caraqueña de La Bandera tomaron un taxi hasta el barrio de La Pastora, donde vive su prima Loli. Y allí se quedarán por lo menos hasta el próximo miércoles, aunque depende del transporte, claro. De si hay o no hay. Y de todo lo demás.
La marcha chavista del sábado 6 de abril se convoca bajo una consigna: "Por la paz y la soberanía de Venezuela". Hay miles de personas en la calle. Tres puntos de salida en diferentes partes de la ciudad y un único punto de destino: Miraflores.
Aquí hay un pueblo que no se calla y que va a luchar siempre rodilla en tierra". El lenguaje chavista es parecido en cualquier lugar. En Caracas y en Maracay.
Después de casi tres horas concentrándose en la avenida Libertador, uno de los puntos de salida de la manifestación convocada por Nicolás Maduro, la masa arranca a ritmo de tambores.
Después comentaría Diosdado Cabello, primer vicepresidente del PSUV, que más de 1.000 puntos como este se movilizaron en todo el país en la #OperaciónDefensaDeLaLibertad. "Qué hermoso pueblo tenemos en Venezuela", sentenció Cabello en su discurso antes de dar la palabra al presidente obrero.
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El chavismo se moviliza después de un mes muy difícil para el país y para el pueblo. El 7 de marzo comenzó una oleada de apagones que dejó sin luz, sin agua y en completo caos a la mayor parte del territorio nacional.
Maduro recomienda a los venezolanos que aprendan a ahorrar luz y agua, que tengan velas en casa y una radio con pilas, para estar informados en caso de colapso nacional e incomunicación absoluta. No sería la primera vez, repasando la historia reciente.
Pero el venezolano aprende rápido y no se rinde. A marchas forzadas se organiza para sobrevivir adaptándose a lo que sea necesario. "Si no hay agua, se busca, si no hay luz, se inventa, se aguanta", dice Sofía, puño en alto, camiseta blanca, gorra roja, 35 años y dos hijos agarrados de su falda con ojos negro azabache y piel chocolate intenso.
"Mantenerse leales al legado de nuestro presidente Chávez es ahora más importante que nunca", dice Sofía. "Si caemos ahora, cae la revolución y eso es lo que ellos quieren conseguir [refiriéndose a Juan Guaidó y a la oposición]. El chavismo nos dio la luz que necesitamos, no necesitamos la luz eléctrica; nos dio un nombre, cédulas de identidad a los pobres. Si caemos llegará la oposición apátrida venezolana y nosotros volveremos a ser invisibles".
En el Palacio de Miraflores, varias horas más tarde, con el mismo sol y el mismo calor caribeño, toma la palabra el presidente Nicolás Maduro. De la mano de Diosdado Cabello recibe el Plan de la Patria 2019-2025, que se aprobó hace unos días en la Asamblea Nacional Constituyente. Este plan recoge todas las propuestas para mejorar Venezuela durante el segundo mandato de Maduro y parece cobrar especial importancia bajo la coyuntura actual.
El discurso no es casual. El llamado a la organización vuelve a ser el eje central de sus palabras. "Máxima conciencia comunal, personal, familiar… Cuanto más preparados estemos más segura será la victoria de la paz y de la revolución Bolivariana".
Maduro sabe que no lo tiene fácil. Denuncia que el ataque al Sistema Eléctrico Nacional pretendía "dejar al país varios meses sin luz. Estamos en una verdadera emergencia eléctrica, en una verdadera emergencia nacional", y pide paciencia por el racionamiento que los venezolanos tendrán que sufrir todavía las próximas semanas. No hay fecha para la recuperación total.
El 2019 parece el año de la incertidumbre absoluta y el día a día cobra una importancia vital. El futuro no importa. Importa la reconstrucción minimalista del presente. Maduro anuncia el Plan Tanque Azul para que todo el mundo tenga su tanque en casa. Un tanque en Venezuela sirve para mucho. En él se acumula el agua para los momentos de escasez.
Un tanque cuesta dinero, bastante, dinero que se prioriza para comer, por ejemplo. El tanque azul o blanco cristal lo tienen las casas de la clase media alta o clase alta. Ahora, según este anuncio del presidente, los pobres también acumularán agua a conciencia.
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Al otro lado de la ciudad, hace horas que terminó la marcha opositora convocada por Juan Guaidó. El 6 de Abril era el día del simulacro de la Operación Libertad. En paralelo a la marcha chavista, la oposición también convocó a sus seguidores desde diferentes puntos de la capital para manifestarse, en este caso, hasta Corpoelec, la sede de la Corporación Eléctrica Nacional.
"Cada vez que se vaya la luz de sus casas, que se queden sin agua, incomunicados, salgan a la calle a protestar, a montar un peo [expresión coloquial venezolana que significa crear problemas]", les ha dicho el líder opositor una y otra vez durante los últimos días.
Y así, miles de personas con camisetas blancas (y nunca rojas) también han salido a las calles de Caracas en una jornada intensa. Pero la falta de información concreta sobre los objetivos han provocado que, esta vez, su masa fuese menor.
El discurso previsible de Guaidó, subido a un camión blanco metalizado, sin ninguna noticia o anuncio reseñable, tampoco ayudó a renovar energías entre los seguidores opositores, apáticos tras más de dos meses de una presidencia interina o encargada que no termina de concretarse ni de cambiar las cosas sino a peor.
La semana que viene es, además, Semana Santa, sagrada para los venezolanos (en todos los sentidos), pase lo que pase en el país. Caracas se vacía y se llenan las playas y los pueblos. Parece más verano en resistencia mientras el tiempo apremia para comenzar un nuevo ciclo. O no.