Como a todas las personas nacidas en Honduras, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Cuba o Haití se les requiere visa para entrar legalmente a México, existe una arraigada práctica de ingreso irregular —por fuera de los pasos fronterizos— debido a la dificultad que existe para acceder al documento que permite el ingreso.
Pero la autoridad regulatoria de este derecho, la Comisión de Atención al Refugiado (Comar) está colapsada desde hace más de dos años.
Mientras tanto, desde el Gobierno de EEUU llueven amenazas de cierre de la frontera terrestre (algo que podría provocar un colapso económico sin precedentes), o que también anuncian el fin de las ayudas económicas de cooperación con todos estos países.
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Aunque el Gobierno de Donald Trump insista en que la crisis se vive en su frontera, la constante salida de mujeres, niños o familias completas de Honduras y Guatemala, señala que la situación más apremiante está al sur de México, y no al norte.
Cambios y clandestinidad
Luciendo un semblante duro, la secretaria de Gobernación de Andrés Manuel López Obrador, Olga Sánchez Cordero, anunció tras reunirse con su par estadounidense, Kristjen Nielsen, que México concentraría su filtro migratorio en el Istmo de Tehuantepec, en el estado de Oaxaca.
Tras esa misma reunión, Sánchez Cordero habló de la existencia de una "caravana madre de 20.000 personas" que partiría de Honduras, algo que fue desmentido por las autoridades de ese país.
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Todas las fuentes relacionadas al tema migratorio consultadas por Sputnik también desmintieron la existencia de esta masiva caravana, pero señalan que si existe un flujo constante de migrantes en grupos más pequeños, sobre todo provenientes de Honduras, así como existe un denso tráfico de personas.
"La gente sigue entrando en grupos pequeños para reunirse en Tapachula y allí organizarse", dijo Figueroa a Sputnik.
El experto calculó que por día entran unas 150 personas a México. Figueroa también señaló que es prioritario atender las señales del tráfico de personas, como evidencia la reciente detención de más de 300 migrantes en Malpaso, Chiapas, cerca de Tabasco, la frontera que une a México con el Petén guatemalteco.
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Existe también una fuerte concentración de migrantes cubanos en México, que se han manifestado en Tapachula, Chiapas, exigiendo un salvoconducto al Gobierno mexicano para trasladarse hasta la frontera norteamericana. Para Figueroa, hay entre 6.000 y 8.000 personas en este momento en toda la frontera sur.
Las declaraciones de Sánchez Cordero, por lo pronto, señalan una posible coordinación entre el "control migratorio" en el Istmo y los megaproyectos que buscarán instalarse en esa zona que, según el presidente López Obrador, requerirán de la inversión norteamericana para funcionar.
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Por eso, intenta evitar una confrontación con el Gobierno de Donald Trump, más allá de las amenazas y el traslado de cuerpos policiales a la frontera entre ambos países. La crisis, según anunció el Gobierno mexicano, está en otra parte.