Inaugurado en 2014, el Museo Malvinas es una mezcla de espacio de registro historiográfico, de guerra y de ciencias naturales, donde conviven mapas y maquetas, reliquias bélicas, representaciones de los animales autóctonos y la destacada avioneta Cessna 185 con la que voló el piloto civil Miguel Fitzgerald en 1964 para desplegar en las islas la bandera argentina y reclamar la soberanía.
El museo, que depende de la Secretaría de Cultura nacional, cuenta con tres niveles y realiza un recorrido sobre su historia, desde los primeros asentamientos franceses, ingleses y españoles del siglo XVIII, la toma de posesión del gobierno argentino luego de su formación como nación en 1820, la ocupación británica que se mantiene desde 1833, los actos simbólicos llevados a cabo por argentinos en las islas y, por supuesto, la guerra de 1982.
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"Siempre digo que es un museo que está vivo, porque todavía quedan muchos sobrevivientes de la guerra y mucho dolor en juego siempre, entonces hay que tratar las cosas con mucha delicadeza y tratar de evitar herir susceptibilidades. Manejamos todo de una manera muy dialogada, tratando de conversar con todos los referentes [ex combatientes]", dijo a Sputnik Gustavo Álvarez Rodríguez, director del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur.
Gabriel Sagastume tenía 20 años en 1982 cuando, habiendo terminado recientemente su servicio militar obligatorio, lo llamaron a reincorporarse y fue enviado a las islas. Pasó la mayor parte del tiempo metido en una trinchera con otros tres soldados donde había una ametralladora. Cuando volvió al continente tuvo que permanecer días internado en un hospital por las secuelas que dejó el frío en sus piernas. Fue una época furiosa, donde la ignorancia y la desinformación lo atravesaban todo.
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"Al principio nos costaba despegar la historia de la Guerra [de las Malvinas] de la dictadura militar. Esto nos perjudicaba a los que habíamos ido como soldados conscriptos, que no éramos militares de carrera. Creo que eso está ahora plenamente aclarado y la gente hace una diferencia", dijo a Sputnik Sagastume al ser consultado sobre de la percepción de los veteranos por parte de la sociedad desde 1982 hasta el presente.
Gabriel contó que también siente que el sentimiento sobre Malvinas evolucionó, por lo que hoy hay un consenso general sobre la idea de una resolución pacífica como único camino posible a recuperar la soberanía sobre las islas.
"Si bien hay gente que todavía puede pensar en una recuperación violenta, hay una mayoría clara de gente que se da cuenta que la guerra fue un fracaso", dijo.
Sagastume dijo que la convicción de que las islas les corresponden a los argentinos se mantiene a lo largo de los años sin importar el gobierno que esté, lo interesante es la discusión civilizada sobre las estrategias para recuperarlas.
"Mientras que por un lado está la cuestión de los recursos naturales y económicos, por el otro está la situación de los isleños. Nosotros solemos explicar el problema de las islas como si estuvieran vacías", enfatizó el ex combatiente.
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En los últimos años, se ha profundizado el contacto entre los argentinos y este territorio en disputa debido a las visitas que han hecho familiares de soldados enterrados en el cementerio de Darwin, ubicado en las islas, donde se encontraron sepultados 122 soldados, y el trabajo de restitución de identidades que realiza el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
Desde 2019 se realizarán viajes una vez al mes desde la ciudad de Córdoba a Malvinas para sumar una nueva opción mensual a la ya existente desde la patagónica Río Gallegos.
"Mi punto de vista es que esta cuestión no es menor y lo poco o mucho que se puede hacer individualmente o por gente común es tratar de generar vínculos. Este me parece que es un punto en el que estamos en discusión todavía y yo ahí sí tomo partido a favor de generar un vínculo con los isleños, que me parece que es algo que la política dejó de lado", dijo.
Un poco de historia
No es casualidad que el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur haya sido construido en lo que es hoy el Espacio para la Memoria y Derechos Humanos, donde antes se encontraba la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el sitio emblema de las mayores atrocidades ocurridas durante la dictadura cívico-militar (1976-1983).
La Junta Militar, que gobernaba al país desde el golpe de estado del 24 de marzo de 1976, y que en ese momento estaba liderada por el general Leopoldo Fortunato Galtieri, desembarcó en las Malvinas el 2 de abril de 1982, reclamando la soberanía argentina sobre las islas, ocupadas por el Reino Unido desde 1833.
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El Consejo de Seguridad —donde el Reino Unido posee poder de veto— exhortó a Argentina a retirar a sus tropas. El país austral fue sometido a bloqueos y sanciones económicas por parte de Europa. Pero la situación se agravó en mayo, cuando Londres envió todo su poder naval.
A finales de abril, comenzaron los bombardeos británicos, cuando quedó claro que EEUU no ejercería el papel de mediador y que apoyaría a su tradicional aliado europeo, gobernado en aquel entonces por la 'Dama de Hierro' Margaret Thatcher.
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El episodio más sangriento fue el hundimiento del buque de guerra argentino ARA General Belgrano, que estaba por fuera de la zona de exclusión, el primer ataque efectuado por un submarino de propulsión nuclear, el HMS Conqueror. En esa batalla, ocurrida el 2 de mayo, murieron 323 marinos argentinos, casi la mitad de las bajas del país en la guerra.
En total, la Guerra de las Malvinas le costó la vida a 907 personas: 649 soldados argentinos, 255 militares británicos y tres civiles isleños. Aún hoy, el trato a los excombatientes y su adaptación al regreso es un tema que duele. En 2017, el número de soldados que se habían suicidado por las secuelas del conflicto se estimaba entre 350 y 454.
Con el tiempo se empezaron a revelar las torturas y los malos tratos a los que muchos soldados argentinos fueron sometidos por sus propios oficiales, así como la falta de preparación, comida y abrigo.
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Luego del regreso de los soldados vencidos al continente, Buenos Aires continuó su reclamo en los foros multilaterales, como el Comité de Descolonización y la Asamblea General de la ONU. Asimismo, la Constitución de 1994 plasma en una disposición transitoria su reivindicación irrenunciable sobre el territorio del Atlántico sur.
Londres aún hoy no ha mostrado voluntad de negociar para dar una solución al conflicto por vía diplomática, aunque sean numerosas las resoluciones de la Asamblea General de la ONU a buscar una salida dialogada. Entre ellas, una de noviembre de 1982, que indica la vigencia y validez del reclamo argentino, a pesar de la guerra ocurrida pocos meses antes.