La violencia en México trepó a niveles nunca antes vistos. Entre enero y febrero de 2019, 5.803 personas fueron asesinadas. La cifra alcanzó niveles récord comparado a cualquier otro inicio de año del que se tenga registro, con un incremento con respecto al mismo período del año pasado del 13%, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
"Hay un creciente efecto del ejercicio de la violencia en el país. Pero este debe ser considerado con cuidado, porque detrás de la construcción de un número siempre hay decisiones políticas", dijo a Sputnik Daniel Inclán, miembro del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.
Para Inclán, una parte de las cifras se explica porque los sistemas de construcción y medición de datos logran información más precisa. "Eso no quiere decir que no haya un número creciente de asesinatos, ni que siga habiendo más de los que se registran", agregó.
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Esto queda en evidencia al comparar las fuentes de medición. Los datos del Gobierno para el mismo período registran 4.622 víctimas de homicidio, es decir 1.181 menos que que los arrojados por la SESNSP.
"En México la violencia es un proceso que se instaló y que es muy difícil de revertir. El crimen organizado se volvió parte orgánica del Estado, desde donde continúa con sus mismas dinámicas para un beneficio económico al margen del Estado.
Sin embargo, el miembro del Observatorio señaló que la violencia es un fenómeno que atraviesa toda la región. Indicó que en Brasil y Colombia es incalculable la cantidad de dinero que entra por medio el crimen organizado.
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Esas divisas sirven para apuntalar sus economías dependientes y frágiles. Ambos países son claros ejemplos de que para garantizar el poder institucional hay que derramar sangre. Para él, en México ocurre una situación parecida.
"Todo el continente vive un fenómeno de violencia, crueldad y brutalidad creciente. De forma paradójica esto abre camino al capital. Colombia, devastado por una guerra de más de 50 años, recibe enormes sumas de inversión extranjera directa", sostuvo.
Inclán mantiene que la guerra en que está sumida la región no es interna y "beneficia al capital, al sujeto hegemónico, EEUU. Contribuye a una integración creciente de las Policías y las Fuerzas Armadas, y a socavar su autonomía ya que son cada vez más cercanos al proyecto estadounidense".
El investigador cree para revertir esta situación hay que poner las esperanzas en la organización social, ya no en las instituciones. "La criminalidad surge desde las bases sociales, y solo se puede reorganizar y desmontar desde allí", afirmó.
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"Pero es un desafío enorme, ya que las comunidades son golpeadas por el crimen, por el Estado, las corporaciones transnacionales y los proyectos geopolíticos en la región. No hay una salida fácil", concluyó.