Dos semanas después del mayor apagón de la historia de Venezuela, volvían a repetirse las mismas escenas: el metro de la capital dejó de funcionar, avenidas enteras llenas de gente caminando para llegar a sus casas o a sus trabajos, autobuses colapsados y líneas telefónicas y de internet completamente caídas.
Por su parte, la vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodriguez señaló a las 20:15 desde el Palacio de Miraflores que el servicio se había reestablecido prácticamente en su totalidad. Una hora y media después llegó el blackout que tuvo al país en vilo durante más de doce horas ininterrumpidas y que todavía mientras se redacta esta nota, continúa pendiente de algunos cortes intermitentes en Caracas y varias zonas del interior donde aún no ha vuelto la luz.
A esa hora, Caracas hacía rato que había amanecido y en las radios de los carros en la calle apenas se escuchaba nueva información. Los locutores e invitados de las emisoras públicas y privadas se limitaban a recordar lo sucedido en el país hacía casi veinte días y trataban de localizar a sus corresponsales en las diferentes partes de la capital o en alguno de los estados más afectados para que dieran el reporte in situ de lo que estaban viendo y viviendo en primera persona.
Muchos como él decidieron abrir a pesar de no tener luz y cobrar a sus clientes en efectivo ante la falta de punto de venta, en bolívares (moneda nacional) o en dólares. Se aceptan divisas. A dos cuadras de la tienda de Ezequiel hay un café muy conocido en la ciudad.
Es famoso por sus golfeados con queso, un dulce típico de Venezuela que se hace principalmente a base de harina de trigo y papelón (dulce a base jugo de caña de azúcar), y se completa (a gusto del consumidor) con alguno de los deliciosos quesos blancos venezolanos como el telita o el queso de mano. Joaquín atiende la barra del café. Es el barista. Apenas pasa de los 25 años, lleva gorra, camisa de cuadros, pelo moreno y rizado. Están abriendo más tarde de la hora habitual (por motivos obvios) pero sorprende la cantidad de trabajadores que han conseguido llegar al local.
A primera hora de la tarde las pantallas de los teléfonos celulares comenzaban a chisporrotear casi con normalidad, iluminándose asiduamente ante la llegada de mensajes preocupados preguntando que tú qué tal. En la Plaza del Venezolano, a pocas calles del lugar de los golfeados famosos, hoy no se bailaba salsa como suele ser habitual cada tarde en ese punto frente a la casa del Libertador (Simón Bolívar), pero varios grupos de personas esperaban tranquilas nuevas noticias. Charlando entre sí o simplemente mirando la calma.
La rutina ha vuelto a Caracas sin darse cuenta mientras en la Asamblea Nacional los últimos periodistas salen del hemiciclo. Ha habido Sesión Ordinaria de la Asamblea en desacato presidida por Juan Guaidó. Allí, el autoproclamado Presidente encargado de ha criticado que "el régimen está más preocupado por traer militares rusos al país (en referencia al casi centenar de efectivos de este país que el pasado sábado aterrizaron en Caracas junto a dos aeronaves), que plantas eléctricas para solucionar el problema".
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Posteriormente los diputados opositores calificaron en la sesión como una "injerencia a la soberanía nacional que viola flagrantemente la Constitución" la llegada de estos efectivos que según fuentes oficiales se encuentran en territorio venezolano para la realización de operaciones de cooperación técnico militar entre los dos países.