El 19 de marzo de 2010, efectivos militares asesinaron a dos estudiantes a quienes habrían confundido con miembros del crimen organizado en el marco de un enfrentamiento; tras el hecho, los integrantes de las fuerzas de seguridad alteraron la escena del crimen y acusaron a los jóvenes de sicarios.
"Les ofrezco una disculpa pública por la buena fama de sus hijos, por las falsas imputaciones y la alteración de los hechos. Jorge Antonio y Javier Francisco eran estudiantes de excelencia del Tecnológico de Monterrey, no sicarios", dijo la responsable de política interior del Gobierno en un acto público.
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Sánchez Cordero aceptó las pruebas del uso arbitrario de la fuerza y manipulación ejecutada por militares, que colocaron armas sobre los cuerpos de los estudiantes muertos.
Exministra de la Suprema Corte y primera mujer en la historia de México en asumir la cartera encargada del gabinete de Seguridad Nacional, Sánchez Cordero reconoció que los padres y las madres de los estudiantes lucharon contra la impunidad y el trato indigno de parte del Ejército.
"Ante tales circunstancias, los padres y madres de los estudiantes lucharon contra la adversidad, contra el dolor, contra el sufrimiento, contra la impunidad y contra el trato indigno que le dieron a sus hijos, y buscaron siempre el decoro que buscaron para sus hijos", continuó el discurso ante las familias, para comenzar a reparar el daño y comprometer al Estado mexicano que no se repita un crimen de lesa humanidad, perpetrado por agentes estatales.
Los militares dijeron que vieron descender de las camionetas rivales a un grupo de personas que ingresó al Itesm y sin alertarlos los acribillaron.
La investigación reveló que se trataba de estudiantes de excelencia, a quienes se "les sembraron las armas" para acusarlos de ser parte de un grupo criminal.
La ceremonia se realizó en el campus del instituto, con sede en la capital del norteño estado de Nuevo León, fronterizo con EEUU.
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Antes del acto público, padres de familia y autoridades académicas rindieron una guardia de honor al lado de una placa colocada en el Centro de Congresos del centro educativo, para honrar la memoria de los jóvenes.
"A pesar de que ha pasado tiempo, el caso de Jorge y de Javier sigue resonando dentro y fuera de la comunidad del Tec de Monterrey por varias razones: porque asesinatos como los de ellos hubo cientos, quizá miles, considerados fríamente como daños colaterales en la guerra contra el narco", expresó Gabriela Paz, profesora de la institución.