"Los primeros 100 días (de Gobierno) le permitieron a Andrés Manuel desmantelar a la oposición institucional, someterla mediante presiones y canonjías, y lograr que se resignaran a votar una reforma constitucional para crear una Guardia Nacional con militares y marinos que ni siquiera el PRI (Partido Revolucionario Institucional) logró por unanimidad en el Congreso", dijo Ortega Juárez al iniciar su balance.
En cambio, por caminos inesperados, una "oposición no institucional ha comenzado a surgir en las calles y foros laterales como fuerza imprevista, ha nacido una oposición extraparlamentaria", comentó.
Ortega Juárez se refería a episodios de rebeldía protagonizados por campesinos y comunidades indígenas contra una planta de energía que impulsa el presidente en Morelos (sur), por trabajadores de ensambladoras inconformes en la frontera norte, por las mujeres que marchan a favor del aborto y por muchos electores que votaron al líder de la izquierda nacionalista y ahora rechazan sus posturas conservadoras.
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El contraataque de López Obrador para configurar esa nueva hegemonía también vino por un lado sorpresivo: logró que los dueños de medios de comunicación sacaran de sus espacios a notables líderes de opinión.
"Voces críticas se quedaron sin espacios en los medios, y fueron reemplazados por comentaristas afines al nuevo presidente", dijo Ortega Juárez aunque sin identificarlos.
"La tragedia es que en México no existe un polo notable de organizaciones de la sociedad civil, son apenas unas 30.000 asociaciones para casi 130 millones de habitantes, mientras que en EEUU son 12 millones de organizaciones, en Francia y Gran Bretaña otros ocho millones en cada país, en México no hay sociedad civil", comentó Ortega Juárez.
El resto, según el político y profesor universitario, ha sido una construcción imaginaria, aderezada con promesas de austeridad: no vivir en la residencia de Los Pinos, convertirla en museo, despachar en el viejo Palacio Nacional, vender aviones y camionetas blindadas, anular pensiones para expresidentes, quitar el fuero presidencial y crear un comité de la verdad para los 43 desaparecidos de Ayotzinapa.
"Todos son elementos simbólicos", enfatizó Ortega Juárez a sus 72 años.
Pragmatismo
A partir de entonces ayudó a construir las bases electorales de las coaliciones de izquierda, expresadas en seis campañas presidenciales.
"La sexta fue la vencida", y fue para López Obrador, comentó.
El mandatario comenzó su Gobierno con una masiva operación contra el robo de combustible con 10.000 militares y cerrando los oleoductos, lo que generó desabastecimiento, y aseguró que 80% de los ladrones de combustible eran altos funcionarios de la empresa estatal Petróleos Mexicanos.
"Pero no hay ningún detenido de esa elite hasta este día", observó Ortega Juárez.
La gran incógnita es la inesperada alianza del presidente con los militares: AMLO "es un encantador de serpientes", dijo Ortega Juárez sonriendo con complicidad.
Después de haber combatido la militarización de la seguridad pública y de responsabilizar al expresidente Felipe Calderón (2006-2012) de más de 200.000 muertos por la guerra al narcotráfico desatada en 2007, "Andrés la convirtió en guerra amparada en la Constitución con un apoyo unánime de los partidos en el Congreso", dijo el analista.
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Ortega Juárez, con amistades dentro y fuera de los cuarteles, construye una respuesta: "hubo una tensión con los militares días antes de tomar posesión del cargo; como conocedor del ejército mexicano (AMLO) supo que los generales y los altos mandos son sumisos y le juraron lealtad".
"Quizás logró someterlos a cambio del control aparente de negocios, como construir un aeropuerto, el transporte terrestre de hidrocarburos, la venta de la flota aérea, pero no les concede el control político, es hábil", sostuvo.
Entre camaradas
Estuvo también en decenas de reuniones con el actual presidente en la dirección del periódico La Jornada y en otras aventuras opositoras contra el antiguo régimen.
"No tengo animadversión personal contra él, me opuse con toda mi voluntad y escribí contra el juicio de desafuero en su contra en el año 2005", recordó.
Cuando López Obrador abandonó el PRI, en el que militaba desde 1975, "fui a apoyarlo en 1989 a Villahermosa", capital del estado de Tabasco (sur), junto con Porfirio Muñoz Ledo, actual presidente del Congreso, y con el excanciller y excomunista Jorge Castañeda.
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"Andrés Manuel se conmueve y escucha en los momentos críticos, como cuando nos avisaron que una niña había muerto en un enfrentamiento", dijo.
En 1994, López Obrador invitó a aquel pequeño grupo de camaradas a comer a su casa.
"Era el hogar de un hombre modesto, sin imágenes religiosas y sin alcohol".
Ortega Juárez le dijo: "Oye Andrés, yo soy protestante; y él me respondió con mucho sigilo, aparte, 'somos hermanos', y me abrazó. Así son sus creencias y su estilo", concluyó.