"Definitivamente hubo una implosión", enfatizó Burden al brindar testimonio ante la Comisión Bicameral que investiga lo sucedido con el navío, de acuerdo a un comunicado del Senado.
A esa conclusión llegó el fabricante alemán de la embarcación siniestrada, Thyssen Nordseewerke, según le transmitió en una visita que realizó el contraalmirante el pasado 1 y 2 de diciembre a los talleres de la empresa, en la ciudad de Emden (noroeste), junto con el capitán de navío y submarinista Marcelo Flamini.
Al comenzar su última travesía desde la ciudad de Ushuaia, en la provincia de Tierra del Fuego (sur), el submarino "estaba bien", hasta que el ingreso de agua de mar por el sistema de tuberías hasta las situadas en la proa del barco provocó "un cortocircuito con incendio de humo, sin llama", agregó.
Comunicación fluida con EEUU, Reino Unido y Rusia
Una posible implosión es también la hipótesis del contralmirante retirado Rafael Pietro, comandante de la Flota de Mar cuando desapareció el submarino, según dijo una semana después del incidente el entonces comandante de Alistamiento y Adiestramiento, contralmirante Luis López Mazzeo, al comandante Kurt Tidd del Comando Sur de Estados Unidos.
La comisión bicameral, que se constituyó por el plazo de un año para investigar el siniestro que sufrió el buque, solicitó una prórroga de su vigencia hasta el próximo 31 de julio, petición que deberán validar las autoridades de ambas cámaras legislativas.
La empresa estadounidense Ocean Infinity, que cobró 7,5 millones de dólares por el hallazgo del navío, encontró el San Juan cuando estaba a horas de abandonar sus labores, tras haber cumplido el 15 de noviembre de 2018 con los 60 días de rastreo a la que se había comprometido por contrato.
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El buque Seabed Constructor de la compañía llegó durante la noche del día siguiente a la zona donde se había localizado un contacto y verificó con el ROV (acrónimo del inglés 'remote operated vehicle') que se trataba del buque.