Atrás quedaron las promesas de no cooperar con la agenda antimigratoria de Donald Trump y hacer respetar la soberanía mexicana, pues se está siguiendo a pie lo que ha pedido el país vecino del norte: retener a las caravanas en territorio nacional y aceptar el retorno de migrantes que habían solicitado asilo en suelo estadounidense. En pocas palabras y viendo la realidad, México se ha convertido en un tercer país seguro.
"Se estima que en los siguientes cinco años el número de inmigrantes centroamericanos que ingresarán a México podría llegar hasta los 700.000 por año y para 2024 serán recibidos 3,5 millones", indicó Sánchez Cordero.
La misma sociedad mexicana ha transformado su percepción de las caravanas migrantes, pues pareciera que son más importantes los migrantes que los connacionales.
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Lo cierto aquí es que México está haciendo el trabajo sucio que Estados Unidos no quiere hacer.
Un artículo del New York Times sobre este tema explica que funcionarios de la Administración de AMLO han dicho que esa postura es una decisión estratégica pensada para no hacer enojar a Trump. Se quiere evitar una pelea pública y el deterioro en las relaciones bilaterales entre ambos países.
Lamentablemente, no se está respetando nuestra soberanía y se hace lo que dice el de arriba. Somos el patio trasero y no tenemos la capacidad de defender una postura que debe ser importante para la misma política migratoria y exterior del país. Entonces, ¿para qué sirve Sánchez Cordero?
No hay que hacer enojar a Mr. Trump, por favor.
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