En cuatro de cada 10 hogares porteños viven una o varias personas que deben pagar todos los meses para tener un techo, la renta, las expensas por el mantenimiento del inmueble y los gastos de servicios básicos, que no dejan de aumentar debido a las políticas de ajuste del Gobierno.
"El elemento más alarmante de esta situación es que los alquileres tienen la incidencia más alta de la historia en los ingresos de los inquilinos, y las consecuencias inmediatas son tener que bajar la calidad de hábitat por tener que mudarse a barrios más alejados, modificar la vida teniendo que vivir en un hotel familiar o inquilinato o una vivienda familiar que alquila camas", dijo a Sputnik Fernando Muñoz, el director del área de Inquilinos de la Defensoría.
Más información: Ceder el hogar, una alternativa ante la crisis en Argentina
El informe muestra que en los últimos meses aumentaron drásticamente las consultas que reciben de parte de los inquilinos con dificultades para seguir pagando el alquiler, que preguntan cómo hacer para terminar el contrato anticipadamente o para solicitar una intervención del organismo para poder continuarlo. Uno de cada tres de estos consultantes termina por rescindir el contrato.
Los contratos de alquiler en Argentina se limitan a dos años y, desde hace 10 años, por el continuo efecto de la inflación en los precios, tienen cláusulas que aumentan el valor de las mensualidades cada seis meses, aplicando el porcentaje de ajuste sobre el semestre anterior y no sobre el original. Además, la renovación del contrato implica confeccionar uno nuevo, que puede estar atado a nuevas condiciones, nuevos precios y mayores gastos.
Vinculado: Créditos hipotecarios UVA: una soga al cuello de miles de argentinos
En Buenos Aires, debido a la explosión demográfica, la búsqueda de independencia de los jóvenes solteros y el desarrollo inmobiliario de edificios de departamentos chicos de uno o dos ambientes, 36% de las viviendas están ocupadas por una sola persona, y en 26% viven dos. Las dificultades económicas han hecho que muchos recurran a compartir la vivienda para repartir gastos o tener que regresar al hogar familiar. La situación crítica la viven las familias numerosas o de bajos recursos que se encuentran verdaderamente con la soga al cuello.
"El Estado tiene que ordenar, fijar las reglas, unificar criterio para más de un 40% de hogares que no tienen otra alternativa que alquilar vivienda para no terminar a la intemperie. Las consecuencias próximas serán de lo contrario los desalojos cada vez más numerosos o el mayor hacinamiento en las condiciones de vivienda", dijo.