El 'error' del obispo de Roma fue no alinearse sin dilación al lado de las cancillerías de Washington, Buenos Aires, Brasilia o Madrid, que reconocieron, una detrás de otra, la autoproclamación de Juan Guaidó como "presidente encargado" del país. El santo padre adoptó una postura prudente.
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La noticia del paso dado por los opositores, orquestado y supervisado a distancia desde la Casa Blanca, le pilló al líder vaticano de viaje en Panamá. Durante su habitual conferencia de prensa en el avión de Alitalia en pleno vuelo de regreso, Francisco subrayó que no le correspondía a él pronunciarse sobre quién ocupa legítimamente el poder en Venezuela pues él, añadió, es un pastor que debía estar por encima de esa discusión.
El sumo pontífice de origen argentino manifestó que es partidario de una "solución justa y pacífica para superar la crisis, respetando los derechos humanos y buscando el bien de todos los habitantes del país, evitando un derramamiento de sangre".
Ese mensaje de equilibrio ya se ha transformado en una especie de mantra que repiten sus ayudantes y voceros cada vez que alguien pregunta sobre ello. El lógico temor de Francisco es precisamente que se desate un enfrentamiento prolongado que degenere en guerra civil.
Por qué el papa Francisco @Pontifex_es no se alinea en contra de @NicolasMaduro https://t.co/ZslvC0CtlI
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) January 9, 2019
Las dos terceras partes de la población venezolana son católicas. Maduro es cristiano practicante. Y Guaidó también. De ahí que el segundo participara, acompañado de su mujer, Fabiana Rosales, y su hija de pocos meses en una jornada de oración mundial organizada por su familia. O que el primero haya solicitado la mediación de Francisco por escrito. Captar el apoyo del líder de la comunidad católica resulta esencial para los intereses de cada uno de ellos.
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Después de hacerse pública la carta de Maduro, Guaidó apeló al Papa para que les ayude en la convocatoria de unas rápidas elecciones presidenciales. El Vaticano dio a entender que la petición debía ser por escrito. Quizás esa recomendación motivó que una delegación de Guaidó se desplazara hasta Roma para entrevistarse con las autoridades católicas. Los emisarios fueron recibidos por el número tres en el organigrama de la Santa Sede, el arzobispo Edgar Peña Parra, oriundo de Maracaibo, quien ocupa desde 2018 el cargo de sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado.
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La mediación es un bocado incómodo y duro que Francisco ya ha tenido que probar. Lo intentó a finales de 2016, cuando se suspendió el referéndum revocatorio contra Maduro. No tuvo éxito, pese a que envió a Venezuela un equipo de primera: el nuncio apostólico en Buenos Aires, Emil Paul Tscherrig, y un experimentado diplomático vaticano, Claudio Celli. En aquel esfuerzo también participaron los expresidentes de República Dominicana, Leonel Fernández; de Panamá, Martín Torrijos; así como el expresidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.
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¿En qué consiste esa "neutralidad positiva"? En estar sobre las dos partes enfrentadas y actuar sobre ambas de forma proactiva, pero con mucha discreción. El secretario vaticano de Estado, Pietro Parolin, lo explicó muy bien, en plan homilía: "No es la actitud de quienes se sientan delante de la ventana y observan de una manera casi indiferente". El propio Parolin es un personaje altamente cualificado en esta historia pues fue el nuncio apostólico (embajador del Vaticano) en Venezuela desde 2009 hasta que Bergoglio le aupó al número dos del Gobierno de la Santa Sede en agosto de 2013. Es decir, conoce muy bien Caracas y el movimiento bolivariano.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK