El portal nombra varias 'apps' en concreto: Abercrombie & Fitch, Hotels.com, Singapore Airlines, Air Canada y Expedia. Pero la lista promete. La culpable es Glassbox, una empresa que analiza los datos de los usuarios de las marcas que pagan por sus servicios. Lo hace, literalmente, grabando cómo interactúa el usuario con la aplicación desde que abre la aplicación hasta que la cierra. Y lo peor es que las empresas puede observarlo en directo. Como explica TechCrunch, "las grabaciones permiten a los desarrolladores volver a ver la pantalla y ver cómo los usuarios interactuaron con la aplicación para ver si algo no funcionó o si había algún error".
Cada botón y cada cambio de teclado es grabado y luego enviado a los desarrolladores.
"¿Te imaginas que tu página web o tu aplicación pudiese ver exactamente lo que tus clientes hacen y por qué lo hacen?" es uno de los tuits con los que se promociona Glassbox.
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No todas las aplicaciones dejaban los datos personales expuestos y ninguna de ellas advertía de antemano que grabaría la pantalla del teléfono del usuario. Y mucho menos enviaría esos datos a la empresa o directamente a Glassbox, advierten. Sí, los datos en la mayoría de los casos quedaban ocultos, "pero también se veían en algunos casos los correos electrónicos y los códigos postales", dijo The App Analist a TechCrunch. Singapore Airlines era una de ellas. Ni siquiera en la letra pequeña de las condiciones de privacidad de la compañía se advertía de que se grabaría la pantalla.
Las empresas en cuestión contactaron con TechCrunch una vez que se publicó el caso y argumentaron que lo hacía para "mejorar la experiencia de usuario" y que no podían acceder a los datos personales.
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Desde TechCrunch dicen que no parece que sea una industria que vaya a morir pronto. Y es que las empresas se basan en ella para detectar errores en el sistema —'bugs', en inglés- que al final pueden costarles dinero. Pero una cosa dejan clara: el hecho de que los desarrolladores no digan abiertamente que lo hacen da mucho que pensar.
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