"Con las caravanas se proyecta una crisis humanitaria inexistente, porque no hay necesidad de formarlas con la nueva política migratoria del Gobierno mexicano, la obsesión de llevarlos a la frontera norte, donde colapsó la ciudad de Tijuana, ahora los lleva a Piedras Negras, donde despiertan sentimientos encontrados, que no es necesario provocar", dijo el fundador del albergue Hermanos en el Camino, localizado en Ixtepec Oaxaca (sur).
Trump pidió a los congresistas la noche del 5 de febrero "que defiendan nuestra muy peligrosa frontera sur", y denunció que las autoridades mexicanas "están consiguiendo autobuses y camiones" para llevar a los migrantes a zonas donde hay poca protección en la frontera en las que desplegó a casi 4.000 militares.
Solalinde considera que la formación de caravanas "es lo único que ha mantenido un hilo de continuidad en la obsesión de Trump por demostrar que los migrantes son un peligro y una invasión de delincuentes".
El Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador "no está persiguiendo a los migrantes, sino que regulariza su situación migratoria y les da la bienvenida", dijo el asesor de la oficina federal de Derechos Humanos, que encabeza Alejandro Encinas.
Recordó que las autoridades mexicanas ofrecen trabajo temporal y seguridad social similar a los ciudadanos mexicanos, y los deja en libertad de avanzar, recibir dinero de sus familias, "o que trabajen y sigan avanzando".
"Si quieren que los acarreen como una caravana, son libres de hacerlo por su cuenta y riesgo; pero no hay necesidad, porque el Estado mexicano les ha ofrecido lo necesario", puntualizó Solalinde.
Repatriaciones unilaterales
El Gobierno mexicano "se ha negado a convertirse en tercer Estado seguro, se debe evitar que los migrantes se dejen manipular por activistas extremos y se estrellen contra el muro de Trump, para eso los llevan", prosiguió Solalinde.
Según el religioso de 73 años, esas acciones "le dan pretextos a EEUU para decir que los migrantes quieren invadir a ese país y culpar a México por no detenerlos".
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Desde diciembre pasado, los migrantes no son encarcelados ni deportados en este país, enfatizó.
"El Gobierno los deja en libertad en todo el territorio, por eso es distinto al Gobierno anterior, la policía federal no tiene necesidad de vigilar los movimientos migratorios, la gente en el camino es buena y les comparte sus alimentos", además de la ayuda gubernamental, relató.
El asesor gubernamental asegura que "es imposible que surjan caravanas tras caravanas de centroamericanos".
El albergue que fundó el religioso a la vera de las líneas del ferrocarril en la provincia sureña de Oaxaca atiende diariamente a poco más de 100 personas.
"Se van diariamente, aunque tratamos de responder a su situación migratoria y que encuentren trabajo, puedo decir que no encuentra trabajo solo el que no quiere", aseguró el entrevistado.
La situación es diferente en los albergues de Tapachula, fronteriza con Guatemala, como El Buen Pastor, y el refugio Belén de la iglesia católica, por falta de ayuda gubernamental y de la provincia sureña de Chiapas, informó.
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A la frontera norte llegará un estimado de 3.000 migrantes "y esperamos en estos días otros 800 más", que partieron en autobuses de la capital del país hacia Piedras Negras a principios de esta semana.
"Permanece la tentación de pasar de mala manera el río Bravo, a solicitar asilo", puntualizó el religioso.
Un plan federal de búsqueda de desaparecidos estima que hasta un 10% de las 40.000 personas desaparecidas en la última década son migrantes, es decir unos 4.000 centroamericanos.
Pero el colectivo Hermanos en el Camino estima que son unos 11.000 desaparecidos y el Movimiento Migrante calcula unos 70.000 cuyas pistas se perdieron sin que sus familias presentaran denuncias.