La tríada mexicana de los directores Alejandro González Iñarritu, Alfonso Cuarón y Guillermo Del Toro se ha llevado en los últimos años los mayores galardones del mundo del cine, dando muestra del peso que los directores han adquirido en Hollywood. En este proceso Roma dio un salto mayor, al poner los reflectores en una historia hablada en español, que sale de los contextos conocidos por el mainstream.
El filme de Alfonso Cuarón es autobiográfico. Es un viaje a su infancia enmarcada en un momento político complejo de México, finales de los 70, en una familia de clase media, en la cual se vislumbran las desigualdades sociales y raciales, retratadas en la figura de su protagonista, Cleo, una joven de origen mixteca, que representa a quien fue la empleada y niñera del director.
"(Cuarón) tiene una forma de colocar el comentario social siempre un poco por detrás. Hay una escena increíble que es cuando con un movimiento de cámara vemos a las empleadas de México en las terrazas colgando la ropa blanca de las familias a las que atienden. [La película] está plagada de pequeños buenos momentos", dijo a Sputnik Agustín Acevedo Kanopa, periodista y crítico de cine uruguayo.
Si bien Roma estuvo en cartel en algunas salas, su distribución principal se realizó en la plataforma Netflix. Este es el primer filme nominado para los Óscar que no tiene a la pantalla grande como principal vía de difusión, lo que implica un cambio importante para la industria cinematográfica.
"Hay que aceptar que hay nuevas formas de acceder a películas, y hoy Netflix es la forma más democrática para el público (…) Pero también es verdad que con lo que se recauda de las entradas muchas veces va a un fondo común que administra el Estado, y así se generan nuevas películas cinematográficas", analizó Acevedo Kanopa.