Davos, donde solía brillar como nadie el megaespeculador George Soros, se rehúsa todavía a realizar sus exequias higiénicas, mientras que el sepulturero estadounidense Pompeo les recomendó su entierro expedito.
Era esperado que Pompeo citara al nuevo presidente de Brasil, Jair 'Messias' Bolsonaro: conspicuo representante del "evangelismo sionista" y hermano simbiótico del trumpismo, con o sin Trump.
Bolsonaro fue de las pocas figuras relevantes que asistieron a Davos, donde exclamó que "la izquierda no prevalecerá", mientras se doblegaba ante la élite plutocrática para fomentar la privatización de Brasil a gran escala.
Pompeo aduce que las "fronteras fuertes son clave para hacer países fuertes" cuando la "seguridad económica es seguridad nacional" ya que, sin una economía robusta, los países pueden ser presa de las superpotencias con deuda extrema, desigualdad de la riqueza y pérdida de la libertad.
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Más que nada, Pompeo profirió sin tapujos "la muerte del globalismo" en el sepelio de Davos de 2019, que está más muerto que nunca, como se notó por la ausencia de los grandes líderes del planeta y por la asistencia de personajes muy menores, con algunas excepciones.
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No es un asunto menor que las cuatro principales capitales del mundo occidental —Washington, Londres, París, Berlín— sufran los embates rurales en contra del globalismo que dislocó a sus sociedades para beneficiar a su insaciable plutocracia.
El exparlamentario británico George Galloway, quien sufrió un choque de conciencia debido a la catástrofe humanitaria de la invasión a Irak por el entonces primer ministro Tony Blair, expone el "eje de la crisis mundial ("Caída de los Imperios: Londres, Washington y París al Borde del Colapso") y los socavados pilares del globalismo, que reduce solo a 3 capitales, dejando de lado a Berlín.
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Martin Wolf, turiferario consuetudinario del 'globalismo elitista', quien menosprecia al populismo, que confunde con el nacionalismo y lo cataloga de 'autoritarismo', afirma que las "elites (sic) deben considerar su responsabilidad (sic) ante el resurgimiento mundial de hombres fuertes".
En forma atroz, el presidente galo Macron distorsiona la semántica universal cuando fustiga igual al nacionalismo de "traición": el "patriotismo es el opuesto exacto del nacionalismo, ya que el nacionalismo es traición (sic)".
Es evidente que el globalismo financierista benefició a Alemania, pero Merkel no consigue asimilar que la fase geopolítica actual constituye el '(Des)Orden Global en la Era Post-EEUU' donde predominan los nacionalismos idiosincráticos de Rusia/China/EEUU del trumpismo, con o sin Trump: una genuina transición geoestratégica de la "muerte del globalismo" a la nueva eclosión de los nacionalismos y sus singulares variantes y características.
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Hoy la masiva información digitalizada ha movilizado a millones de ciudadanos en todo el planeta que han tomado desprevenida a la élite globalista reinante.
¿Cómo podría sobrevivir el globalismo, un modelo congénitamente plutocrático de las élites que solo benefició al 1% de los habitantes de los países dislocados, cuando el 99% de la masa de ciudadanos irrumpe y participa con sus redes sociales, eminentemente antiglobalistas por su naturaleza propia?
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK