Después de la reforma de la Iglesia ortodoxa rusa a mediados del siglo XVII, la comunidad de viejos creyentes —como los llamaron los reformistas— sufrió persecuciones muy duras y se vio forzada a huir del país. Muchos de ellos encontraron refugio y se asentaron en países latinoamericanos.
Avraam Kalugin es uno de los que vinieron a Rusia. Durante su viaje, estudió los diversos lugares donde podría mudarse desde Sudamérica con sus familiares y los otros miembros de su comunidad y también contactó con los viejos creyentes latinoamericanos que se han mudado a Rusia.
"Había un gran deseo de estar aquí. Rusia siempre ha estado en nuestras historias y cuentos de hadas. Tenía ganas de venir. Pero había rumores no muy agradables sobre Rusia, de que era muy malo venir aquí", contó Kalugin a Rossiyskaya Gazeta.
Avraam contó que tiene algunas razones para querer volver a Rusia, aunque él y toda su familia y su comunidad hayan nacido en Brasil.
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"Donde vivimos, en el estado de Goiás, la tierra se ha vuelto muy cara. Y no tengo ganas de ir a vivir donde el clima es aún más cálido. Aunque la tierra sea más barata allí, no quiero vivir donde hace unos 35, 40 grados durante todo el año. Y otra razón… ¿Por qué todavía hablamos ruso actualmente? Somos iguales a nuestros antepasados. Hay algo que nos atrae a Rusia. Tal vez el destino. Tal vez Dios nos dijo: '¡Vamos, muévete!'", explicó.
Avraam destacó, sin embargo, que pese a que hayan mantenido las tradiciones rusas ortodoxas, también tienen muchas características de los latinoamericanos.
"Absorbimos mucho de los latinos. Nos reímos, bromeamos sin motivo. El pueblo ruso, tal vez debido al Gobierno soviético, es muy tenso. Muchas personas aquí responden de manera ruda, fría. Nosotros no tenemos esto. Sin embargo, hay mucha gente aquí en Rusia que es buena y muy cariñosa", detalló.
Avraam reveló que el proceso para decidir mudarse o no a Rusia es largo y complejo y que hay que tomarlo de la manera más objetiva posible.
"Tenemos un grupo de unos 12, 13 hombres. Durante casi un año hemos estado discutiendo un posible traslado a Rusia (…) Tratamos de calcular racionalmente, y no emocionalmente, qué beneficios puede haber aquí", contó.
Sin embargo, Avraam dejó claro que una vez tomada la decisión de trasladarse a Rusia, debe ser definitiva, sin vuelta atrás.
"Tenemos que borrar nuestra marca allí, si venimos para acá. Si no, nunca tendremos éxito en lo que hagamos. Cuando hay dificultades, es necesario buscar una salida y no dar marcha atrás. Y nos desarrollamos solo cuando las cosas son difíciles", afirmó.
Actualmente, cada vez más las familias de viejos creyentes y comunidades enteras regresan a Rusia acogiéndose al programa de repatriación voluntaria impulsado por el Gobierno del país, bajo el cual se brinda asistencia legal y ayuda económica tanto a los ciudadanos rusos como a sus descendientes.
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En las regiones de Amur y Primorie ya viven más de un centenar de viejos creyentes que se han mudado al Lejano Oriente ruso desde América Latina. En la región opera la Agencia Para el Desarrollo del Capital Humano, que ofrece asistencia en el proceso de mudanza y adaptación, así como dos inspectores especializados en proteger los derechos de estas personas.