"Cuatro personas fallecieron entre la noche del domingo [20 de enero] y esta mañana de lunes [21 de enero]", dijo el titular de Salud, elevando la cantidad de víctimas mortales, de 85 a 89, tras el estallido de un oleoducto en la localidad de Tlahuelilpan, estado de Hidalgo, en el centro del país.
Entre las personas heridas, 55 continúan recibiendo atención médica en diversos hospitales y centros de salud, dijo Alcocer en una conferencia acompañado del presidente Andrés Manuel López Obrador.
La explosión ocurrió el 18 de enero de noche en Tlahuelilpan por donde pasa un ducto que va de las costas del Golfo de México a una refinería en Tula, Hidalgo.
Centenares de pobladores de esa localidad se encontraban recogiendo combustible en una toma clandestina que salía a borbotones.
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La tubería había sido perforada y abandonada por ladrones de combustible, lo que dio origen a una fuente de hasta siete metros de alto que atrajo a entre 600 y 800 pobladores con recipientes para llenar, según el reporte oficial de la Defensa.
Aunque el reporte de la fuga fue recibido unas cuatro horas antes de la explosión, cuando la pérdida era menor, las válvulas del ducto fueron cerradas casi media hora previo a la explosión por personal de Pemex.
"Aún existía una presión de siete kilogramos", que provocó que se mantuviera la fuente de combustible del alto octanaje, tipo Premium, explicó este 21 de enero el titular de la petrolera, Octavio Romero Oropeza.
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Por su parte, López Obrador informó que la estatal Comisión Nacional de Derechos Humanos emitió una solicitud de información y una queja por "inacción" de parte de una fuerza de 25 efectivos del Ejército, que vigilaba ese ducto y recibieron apoyo de otros 60 efectivos más, que no pudieron alejar a los pobladores del ducto antes de la trágica explosión.