El presidente colombiano dijo en una entrevista con la radio 'Oye Cali' que es "muy importante" que la Unasur "llegue a su final" y "se inicie, más bien, la construcción de una etapa mucho más ágil, menos burocrática, más coordinada y de cooperación". En esa intervención aseveró que la organización sudamericana funcionó como "consueta de la dictadura de Venezuela".
Pero las declaraciones de Duque no hicieron demasiado eco en las cancillerías de la región y "parecieran no tener mayor sustento nacional o latinoamericano", dijo a Sputnik Giovanni Molano-Cruz, profesor del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia.
Molano-Cruz también señaló que, hasta el momento, ningún Gobierno de la región se ha manifestado al respecto, ni siquiera el de Sebastián Piñera, con quien Duque afirmó haber discutido el asunto.
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"Pero que no haya declaraciones oficiales no significa, por supuesto, que la iniciativa del gobierno Duque carezca de sustento en la realidad. A mi parecer, esa iniciativa refleja cambios y continuidades en el plano de las políticas exteriores latinoamericanas y en el histórico proceso de integración regional, que siempre ha acompañado esas políticas", aseguró el experto.
Venezuela como chivo expiatorio
En la propuesta de Duque, "la cuestión venezolana tiene casi un 90% del peso", indicó a Sputnik Víctor Mijares, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Los Andes. Si bien puede haber un interés de ganar cierto liderazgo regional, "la gran motivación" de concretar un nuevo proceso de integración regional tiene que ver con un posicionamiento en signo contrario a Caracas.
"Pareciera que este proyecto de Prosur no es otra cosa que un intento de institucionalizar al Grupo de Lima, que como sabemos está claramente enfocado hacia Venezuela. Creo que toda iniciativa gira en torno al Gobierno de Maduro, de la situación venezolana, de la crisis migratoria que se ha venido generando en la región desde el año pasado y en 2017 y que ha tenido mucho impacto sobre todo Colombia —por ser el país vecino— y de algún modo en Chile pero sobre todo en Colombia por ser el país vecino", agregó Mijares.
Por su parte, el profesor Molano-Cruz indicó que, para Duque, "poner el Gobierno de Maduro como némesis de su política exterior" le deja "una posición discursiva relativamente cómoda en el plano nacional".
"Colombia recibió el año nuevo 2019 con el asesinato de líderes sociales. Pero, a juzgar por el ambiente político y los medios de comunicación nacionales, es un asunto de delincuencia organizada. pero no un problema político y social nacional. Un problema nacional, según el Gobierno Duque, sería Venezuela", opinó el analista.
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"Este fenómeno de Venezuela como comodín del campo político también se percibe en otros países de Suramérica, (…) desde el pasado ciclo de elecciones cuando el incentivar el miedo al 'castro-chavismo' coloreó candidaturas y campañas", agregó.
En cambio, dijo, "hay una tendencia al rescate del regionalismo liberal, más flexible y orientado a la economía y a una vinculación bilateral", ya sea entre países o cada nación con un bloque.
"Lo que estamos viendo es una fase muy avanzada ya de la crisis del regionalismo político como se llamó en su momento, el regionalismo poshegemónico para volver a un regionalismo liberal. Ahí es donde viene mi crítica a Prosur, porque tampoco tiene mucho que decir", comentó el experto.
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A su criterio, "la idea de defensa y protección de la democracia no es más de lo que dice la Carta Interamericana de la OEA". Por eso, dijo, "harían un flaco favor a la OEA si llevaran esto adelante". En cambio, consideró, "pareciera que Duque está intentando compensar sus problemas de liderazgo, gobernabilidad y aceptación popular en Colombia tratando de ganar alguna forma de liderazgo regional".
¿Por qué extinguir la Unasur?
Creada en 2008, la Unión de Naciones Suramericanas fue una iniciativa del Gobierno brasileño, entonces bajo el mando del progresista Luiz Inácio Lula da Silva. La iniciativa, recordó Mijares, "fue fuertemente secundada" por la Venezuela de Hugo Chávez y la Argentina del matrimonio Kirchner, además del Ecuador de Rafael Correa, que se hizo con la sede del organismo, "un edificio que se ha convertido en símbolo de una década que terminó".
"Colombia siempre fue muy reacia a políticas de cooperación en la región, sobre todo de aquellos consejos de la Unasur particularmente sensibles, como el Consejo de Defensa Suramericano. En un contexto en el que había tendencias ideológicas enfrentadas, algunas cara a cara, como el caso de la Colombia de Álvaro Uribe o la Venezuela de Chávez era muy difícil este tipo de cooperación", indicó el experto.
No obstante, Bogotá decidió entrar a Unasur para evitar "el aislamiento político regional", particularmente tras un momento "duro" en las relaciones con EEUU, que coincidió con la asunción del Gobierno de Barack Obama. Chile, más enfocada en profundizar su apertura comercial con el resto del mundo, encontraba al entrar en Unasur una manera de apaciguar las tensiones con sus vecinos terrestres.
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"Estos países no han tenido nunca un compromiso demasiado fuerte con la Unasur y, de hecho, vemos que forman parte de los seis países que terminan suspendiendo su participación en el organismo en 2018. Colombia es el primer país que denuncia abiertamente el tratado de Brasilia y dice que no seguirá siendo parte", comentó el experto.
Los cambios en la región
La iniciativa de Duque no solamente confirma que la integración regional es un elemento cardinal de las políticas exteriores de los países latinoamericanos, sino que indica que hay un movimiento "hacia un regionalismo marcado fuertemente por la ideología", indicó Giovanni Molano-Cruz.
Para el profesor de la Universidad Nacional, lo significativo "no es la declaración de Duque de crear Prosur para acabar con Unasur" y poner más presión en Venezuela. En cambio, lo novedoso es "la defensa de la economía de mercado", porque la coordinación de políticas públicas ya se ha realizado en otros procesos de integración.
"A diferencia de Unasur, o cualquier otro grupo de integración regional latinoamericano, la iniciativa de Duque de crear Prosur contiene esa novedad, creo yo, de defender la economía de mercado", expresó el académico.
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"Una novedad que coincide con la 'derechización' de la región suramericana. Prosur, defendiendo la economía de mercado, marcaría una diferencia sustancial, con las experiencias regionales actuales", que por otra parte, nunca ha manifestado estar "contra de la economía de mercado", agregó.
En ese sentido, mencionó la reunión entre el mandatario argentino Mauricio Macri y su par brasileño Jair Bolsonaro, para "abrir la puerta al libre comercio de sus países por fuera del Mercosur". Aún es temprano, consideró, para determinar la realidad de Prosur, pero "entretanto los Gobiernos de derecha podrían ser cooptados por un liderazgo regional de Bolsonaro que pareciera se está gestando".
"Sin embargo, a mi parecer, el problema no es tanto que las políticas exteriores de los países latinoamericanos y los procesos regionales tengan visos ideológicos, pues siempre ha sido así. El problema no es la intensidad de la ideología sino sus consecuencias prácticas, materiales", opinó Molano Cruz.
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"De concretarse la iniciativa de Prosur, y su novedoso eje de 'defensa de la economía de mercado', como summum bonum [bien supremo]", Suramérica "perdería en los relativos avances de autonomía de sus relaciones exteriores, políticas y económicas, en provecho, por supuesto, de intereses foráneos", opinó.
"Además, girar de la izquierda a la derecha no me parece insano, si el giro es términos republicanos. Pero girar de la izquierda hacia la extrema derecha política o económica sí creo es perverso, y muy contraproducente", concluyó el analista.