El alma mater de la recolecta es Luis Pikos, un punk que es leyenda en la zona central de la Ciudad de México y que ya pasó las cuatro décadas, fiel a lo que cree. "En la prepa ya empecé a andar de punk y en mi casa la jefa [madre] todos los días se ponía como loca por los pelos. Los punks eran satanizados y mi familia era una de ellas. Era una bronca salir de punk, entonces dije hay que hacer algo para que en mi casa no me odien tanto", explicó Pikos a Sputnik en la medianoche de Reyes.
"Entonces en el año 90 surgió esa idea y dijimos va, así la jefa tampoco la va a hacer de pedo [quejarse] por lo punk. Vamos a juntar ropa y juguetes para repartir a los chavos de la calle y se armó". Entonces tenía 16 años y ha venido haciéndolo desde entonces.
Pikos relató a Sputnik que buena parte de su vida la ha pasado en los entornos de la glorieta de Insurgentes en el corazón de la Ciudad de México donde, dijo, siempre ha habido "chavos de la calle".
Como él es originario de Ecatepec, uno de los municipios conurbados a la capital más poblados y de mayor violencia, organizó entre sus vecinos de la unidad "valle de Ecatepec" la recolección de lo que luego donaba en el centro.
Los comienzos
"Cuando repartíamos ropa y juguetes, unos educadores de calle nos empezaron a jalar a un curso para que trabajáramos con ellos. Como nos gustaba trabajar con los chavos de la calle, les dijimos que sí. Tomamos el curso que lo daba Chinchachoma, un cura bien loco", explicó.
Chinchachoma fue un personaje bastante conocido que tuvo escuelas y dedicó su vida a trabajar con niños en situación de calle. "Era un señor muy cabrón, además entender la psicología de los niños es una cosa muy difícil", relató a Sputnik.
Además:
"Solo en 2006 a 2011 no se hizo la recolecta de ropa y juguetes porque estuve encerrado y no pude hacerlo. Pero para enero de 2012 ya la teníamos de nuevo. Mi familia se contagió y con lo que sobró se fueron a los hospitales, a la sala de urgencias a repartir tortas. Les dije: lo punki se pega", contó.
En el reparto de este año, contaron con dos camionetas solidarias para trasladar lo recolectado. Además de los punks, se sumaron estudiantes de artes marciales de El Rosario. Fueron a dos campamentos de comunidades otomí en lucha por la vivienda en la Ciudad de México, donde decenas de niños (y madres y padres) salieron a recibir regalos de un grupo de gente vestida de negro.
También fueron con los niños que acompañan a sus familias en los puestos de venta ambulante que rodean el mercado del juguete, que se instala cada año en estas fechas para el día de Reyes, junto al monumento a la madre.
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Repartieron cosméticos y dulces entre las trabajadoras sexuales de Puente de Alvarado, cerca del metro Revolución. Dejaron ropa a la gente que duerme junto al museo Franz Mayer y terminaron en Garibaldi, ya entrada la madrugada, donde algunos niños seguían correteando despiertos entre los mariachis y los borrachos que cantaban con ellos a los gritos.
