"La iglesia cristiana tiene a los pobres en su centro", declara el padre Armand Puig i Tàrrech.
Fue precisamente por los pobres cuando vino a Moscú por primera vez, en 2012, para participar en el convenio sobre las cuestiones de la caridad "Los pobres son el tesoro de la Iglesia", organizado por el Patriarcado ruso conjuntamente con la Comunidad San Egidio.
Después, volvió a la capital rusa en 2016 para intervenir en una conferencia de teología.
"Hemos descubierto ambas veces la gran vitalidad de la iglesia rusa", afirma el padre Armand.
Además, se acuerda con mucho cariño y gratitud de las dos experiencias especiales que tuvo durante sus visitas, la inmersión a dos mundos muy diversos: una clase sobre los cuatro Evangelios que impartió en la Academia teológica ante los jóvenes estudiantes y una distribución de comida a los sin techo cerca de la terminal ferroviaria capitalina Kurski.
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En su vida logra compaginar tres cosas, y está seguro de que uno no tiene que delimitarse sino que puede poner todas las cosas juntas: su trabajo, sus cosas, y el servicio a los otros.
"Es un conjunto que enriquece", recalca el teólogo.
Hablando de los pobres, el padre Armand destaca que "están acostumbrados a vivir pidiendo a Dios y a la gente. Viven en la necesidad pero por esta misma razón son muy conscientes de lo que significa la generosidad y lo que significa la ayuda".
Según él, "los pobres son capaces de entablar una amistad muy profunda, los pobres son muy fieles en la amistad".
"Es decir, la amistad conmigo la tenía como una amistad real. No como algo de una hora o media hora. No, una amistad real. Fuerte", explica el padre Armand.
Al hablar de la ciudad moderna, los miedos y el odio que la pueblan, el sacerdote indica que "la ciudad tiene que ser lugar de encuentro se convierte en lugar de desencuentro, de distancia".
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"Los muros caen cuando se tienden puentes", señala, y para eso "hay que propiciar el encuentro personal", cambiar de mirada dado que "el puente se tiende empezando por la mirada que llega a los ojos del otro".
Aparte del diálogo entre las personas, también puso de relieve la necesidad del diálogo entre las Iglesias cristianas, ya que "no tenemos otro remedio que intercambiarnos los dones porque Jesús es el mismo. Está claro que tenemos que ser uno y no muchísimos divididos entre sí".
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Y ve la caridad como uno de los puntos de encuentro para todos los cristianos dado que "la iglesia funciona como referente en la sociedad" y tiene que ser su "conciencia moral".
Sin embargo, cada uno tiene su responsabilidad ante el futuro común, nos hace recordar que la generación en que vivimos no va a volver.
"La pregunta es ¿Qué haces tú en esta generación en este momento?", resalta el sacerdote.