"Existe una peculiar posición de las mujeres en el Istmo de Tehuantepec. La identidad muxe es relativamente reciente desde el punto de vista histórico, desde la década de 1960", explicó a Sputnik, Adriana Aguilar Flores, antropóloga mexicana que ha investigado el papel de las nguiu', mujeres lesbianas o "marimachas" como ella las refiere.
"La diversidad sexual en la sociedad istmeña ha estado presente desde hace más de tres décadas. No significa que en los tiempo remotos no existiera, sino que no podía ejercerse el derecho a la visibilidad", apunta en su investigación.
Aguilar se refiere específicamente a la "vela" dedicada a la diversidad en la "concepción particular de los binizáa dónde la comunidad es el elemento principal para el desenvolvimiento de las personas". Hay un documental realizado por Alejandra Islas Caro, que es un relato íntimo con las "intrépidas buscadoras del peligro" protagonistas de la apertura de la comunidad.
"Si hoy podemos tener idea sobre las muxes es porque han circulado en distintos medios, tanto la representación como la fotografía", señaló Aguilar, entre los que mencionó al fotógrafo oaxaqueño Nelson Morales.
"Soy originario de un pueblo que se llama Unión Hidalgo en el Istmo de Tehuantepec, cerca de Juchitán. Estuve hasta los 17 años y luego me fui a la ciudad de Oaxaca a estudiar comunicación. En esa etapa no sabía realmente lo que quería", contó Morales a Sputnik.
"Yo no quería hacerlo porque no sentía empatía. No quería ser como ellas a pesar de mi sexualidad, no quería convertirme en muxe. La idea de convertirme en mujer me aterraba, por eso yo mantenía cierta distancia con ellas. Sin embargo, acepté", relató. Ahí comenzó un vínculo que lleva casi una década y que ha ido cambiando.
Primero hizo un trabajo fotográfico documental, de registro, relató durante entrevista con Sputnik. Las acompañaba a las fiestas, tomó fotografías de sus procesos de transformación de hombre en muxe.
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"Tras cuatro años de trabajo con ellas, tomé un taller de fotografía con Antoine D´agata, un fotógrafo francés de la agencia Magnum, y a partir de ahí algo explotó", contó el fotógrafo Nelson Morales a este medio.
Explicó que ese cambio de papel tuvo un efecto en las imágenes que cosechó esa noche, que lo sedujeron. "A partir de ahí, empecé a ser parte de la escena de las fotografías y me di cuenta que yo estaba buscando mi identidad dentro de la misma comunidad: yo como muxe". A partir de ahí, dijo, no ha dejado de hacerlo.
"Las muxes siempre han sido muy fotografiadas por gente de todo el mundo con una mirada externa, folclórica y lo que tenía muy claro y reafirmé en ese proceso es que mi mirada tenía que ser desde adentro y desde mí. Desde mí hacia ellas", agregó. "Ha sido una aventura fuerte y liberadora que me ha dejado muchas satisfacciones".
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El fotógrafo relató a Sputnik que durante este proceso ha ido encontrando este tipo de imágenes "bellas y fuertes", que ha ido publicando gradualmente a lo largo de ocho años y que recientemente reunió en un libro.
"Fuimos al Paris Photo, el evento más grande de fotografía en el mundo, con la editorial del libro, y en un principio fue shockeante pero después gente que sabe de foto, coleccionistas que tienen un ojo más estudiado y las nuevas generaciones, fueron los que se llevaban el libro", sostuvo.
Sin embargo, para la antropóloga Adriana Aguilar Flores advirtió que la violencia persiste. "Las muxes no son un tercer género. En la cultura zapoteca, se sigue concibiendo un binarismo con prácticas sexistas y violentas, no solamente a las muxes sino a las nguiu'", dijo a Sputnik.
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"Las muxes agregan elementos masculinos y femeninos, ellas se describen en términos duales, pero en muchas ocasiones reproducen la violencia simbólica. Es decir tienen un patrón masculino y femenino y no son hombres ni mujeres", concluyó.