Una larga avenida con rejas verdes y letreros que prohíben la entrada anuncian el Campo Marte, lugar señalado como centro de tortura y desaparición en la década de 1970. La avenida sigue y los uniformados la vigilan. Al final está el escudo nacional con un águila de bronce de cuatro metros de altura, a su derecha se ve la entrada a Los Pinos.
Rosalba Sierra de 52 años, una de las visitantes se quejó de la excesiva seguridad. "Creo que es exagerada la revisión de la entrada para ser un museo, pero la curiosidad nos tiene aquí.Venimos a conocer porque nunca habíamos venido, ya ve que era prohibido".
El camino inicial está flanqueado por las estatuas de los presidentes anteriores. Verónica, una quinceañera con vestido de volados rojos se paseaba entre ellos y se metió en los enormes jardines hasta llegar a la casa de Miguel Alemán. Ella dijo que "no había pensado en una sesión fotográfica aquí porque es muy nuevo, pero nadie más tiene fotos de sus 15 en este lugar y fue una recomendación del fotógrafo".











Víctor Carmona, el fotógrafo, dijo a Sputnik que prefirió Los Pinos para "tomar una sesión fotográfica porque los jardines son enormes y está muy bonito el lugar. Los palacios son hermosos y muy pocas quinceañeras tiene fotografías adentro de Los Pinos es un momento único".
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Fue fundado para ese fin en 1934 por Lázaro Cárdenas y vivieron 13 presidentes aquí, aunque desde 1916 el Gobierno mexicano expropió el lugar para uso de militares y altos mandos. Hasta el 1 de diciembre, casi ningún mexicano conocía el interior de este lugar.
"Determine no vivir en el Castillo de Chapultepec, que ha venido sirviendo de residencia al presidente de la República para que el público pueda visitarlo con toda libertad", escribió Lázaro Cárdenas en sus memorias.

Así se mudó a lo que entonces era llamado el rancho ‘La Hormiga' pero como el nombre no le pareció apropiado, fue cambiado por Los Pinos, en alusión una finca michoacana donde Cárdenas conoció a su esposa.
Por dentro, Los Pinos es un conjunto de lujosas casas vacías. No hay letreros que señalen qué había en cada habitación, en las que apenas hay algunos muebles, pero por lo general la estancias están vacías: la mayoría de las bibliotecas están vacías, no hay camas ni tocadores en las habitaciones. Sólo los soldados se pasean como fantasmas entre los visitantes que se asustan al verlos en las oficinas que sí tienen muebles de madera fina y sillones de piel.
Graciela Ramírez, una vistitante, habló a Sputnik sobre su decepción al ver el lugar vacío. "En el recorrido vi los muebles antiguos y hay una parte muy moderna, pero yo quería ver las camas, las recamaras de los antiguos presidentes y no hay nada".

Para la visitante, la versión lógica de ese vacío era que los presidentes anteriores se habían llevado todo: "Me imagino que los muebles eran de las instalaciones. La última presidencia se debió de llevar sus cosas personales, pero no dejó nada. Sólo la cocina tiene sus muebles, pero los enseres ¿dónde están?".
"Nosotros como mexicanos tenemos muchas limitaciones, por eso está bien que abrieran aquí, porque estos lugares son nuestros, pagamos por ellos. También debería abrir la casa de la [Colonia] Roma para que la visitemos de vez en cuando", concluyó el visitante, en alusión a la casa de campaña de Andrés Manuel López Obrador.
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"¡Salga por la derecha!", exclamó el soldado Benítez. El recorrido terminó donde inició, en el águila de cuatro metros que mira al poniente, mientras atardece en la Ciudad de México. En la avenida, los militares están vestidos de civil para hacer su continua vigilancia. Adentro del Campo Marte, los uniformados con sus armas largas le recuerdan al público que están en el museo que les habilitó el nuevo Supremo Comandante de las Fuerzas Armadas.