"En primer lugar, quisiera anunciar una situación de emergencia económica y social". Fue la frase en el mensaje grabado que Macron lanzó a la población y que antecedió a la batería de medidas que anunció a continuación, entre las cuales se encuentra el aumento del salario mínimo en 100 euros y una serie de mejoras fiscales, bastardeadas todas nada más conocerse.
Así, el presidente de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, lanzó un mensaje en el cual despreció las medidas y desacreditó al presidente francés: "Macron dice que asume e intenta comprender. Tanto mejor. Pero no ha comprendido la gravedad de la crisis. El pueblo de Francia no puede contentarse con un puñado de cacahuetes. Macron sigue siendo el presidente de los ricos".
Pero el 'comunicado' de Macron desnudó un tono entre preocupación, advertencia y denuncia: "Los acontecimientos de estas últimas semanas en nuestro país y en ultramar han perturbado gravemente a la nación. Han mezclado reivindicaciones legítimas y un encadenamiento de violencias inadmisibles. Y quiero decirlo: estas violencias no se van a beneficiar de ninguna indulgencia. Todos las hemos visto. El juego de los oportunistas que han intentado aprovechar el enfado sincero para actuar. Los irresponsables políticos cuyo único fin es hacer caer la República, buscar los desórdenes y la anarquía", remató.
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Políticos justamente fueron de los primeros en reaccionar abiertamente tras el discurso del inquilino del Elíseo, como fue el mencionado caso de Mélenchon, pero también de la presidenta de la formación Agrupación Nacional, Marine Le Pen, quien lo hizo a través de un tuit:
"Ante esta contestación, Macron renuncia a una parte de su política fiscal, tanto mejor; pero no quiere reconocer que es el modelo que él defiende lo que se está contestando. […] Ese modelo es el de la mundialización salvaje, la competencia desleal, el libre cambio generalizado, la inmigración de masas, con sus consecuencias sociales y culturales", sentenció Le Pen las políticas del jefe de Estado galo.
Ce modèle, c’est celui de la mondialisation sauvage, de la concurrence deloyale, du libre-échange généralisé, de l’immigration de masse et ses conséquences sociales et culturelles.
— Marine Le Pen (@MLP_officiel) 10 декабря 2018 г.
Bref, #Macron recule pour mieux sauter! MLP #Macron20h https://t.co/ivnV6XUADX
En otro de los pasajes de su alocución, Macron reconoció que "Sé que a veces he herido a algunos de vosotros con mis palabras". Tal vez se refería a sus constantes salidas de tono, como la que tuvo con aquel horticultor desempleado de 25 años, a quien tras increparle si en realidad lo había intentado todo para conseguir un trabajo, algo a lo que el joven le respondió afirmativamente y con desesperanza, Macron le espetó desde 'sus alturas': "Si cruzo la calle, seguro que encuentro un trabajo".
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En este sentido, Rivas opina que "sin ninguna duda, parte importante de los problemas del presidente Macron es su desprecio [en sí], y su desprecio de clase también. Porque tal y como él se ha dirigido a las personas que se encontraban en búsqueda de trabajo, desempleados, o como se ha dirigido a alguien que le exigía soluciones para la situación económica que estaba viviendo. Todos sus encuentros en público con ciudadanos franceses han desembocado al final en frases y en declaraciones de Macron algo despectivas hacia sus propios ciudadanos".
Rivas sentencia que las frases y declaraciones de este calibre de Macron se han interpretado también como violencia verbal de parte del presidente. "Él mismo en su ligera mea culpa ha reconocido estos hechos, pero es algo que ha sido mucho más profundo y que ha sido interpretado muy mal por los franceses porque incluso sus portavoces se han permitido al inicio de las protestas de los chalecos amarillos, considerarles unos palurdos, unos retrasados ecológicos, y alguien que sólo se preocupaba de fumar y de circular en automóviles con diésel y que no entraban en lo que el Gobierno Macron consideraba como el futuro de Francia", concluye Luis Rivas.
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