"El G20 es de suma importancia en sí mismo, independientemente del éxito de sus reuniones. Nos brinda una oportunidad anual única para evaluar el equilibrio de poder en el escenario mundial, para ver los cambios y las relaciones personales de los líderes, no solo en el formato intrapersonal, sino también en la atmósfera de un salón lleno de gente", explica el experto.
Recuerda que este año el G20 celebra su décimo aniversario. El foro fue fundado en 2008 "como una reacción a la crisis financiera mundial generada por la naturaleza especulativa del sistema financiero y el intercambio global construido por los anglosajones".
Según su punto de vista, el propio nacimiento del G20 dio a entender que el G8 —Occidente más Rusia— ya no podía determinar el futuro de la humanidad. Incluso antes de la salida de Rusia del G8 en 2014, el G20 se estaba convirtiendo para Moscú en la plataforma principal.
"Cuando Occidente excluyó a Rusia del G8, como respuesta al referéndum en Crimea, suspiramos aliviados. Así desapareció la oportunidad de especular sobre el hecho de que Rusia fuera parte de Occidente. Esta afiliación inexistente nos perjudicó ante los ojos del mundo. Después de todo, pese a no ser geopolíticamente ni económicamente parte del mundo occidental, fuimos responsables de los pecados comunes occidentales", analiza el experto ruso.
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En el G20 nadie trata a Rusia así. La cumbre celebrada en Argentina se ha convertido no solo en una reunión de representantes de diferentes potencias, sino también en un único congreso de personalidades. En este aspecto, Akópov destaca a los líderes de Rusia, China, India, Arabia Saudí, Turquía, EEUU, Japón y Alemania.
Según su punto de vista, precisamente los líderes fuertes son quienes promueven el G20 y cambian la política mundial.
"El G20 es un prototipo del futuro orden mundial. Y cuanto más líderes poderosos sean capaces de defender de manera firme e inteligente los intereses de sus países, sus ideas sobre un nuevo mundo multipolar, más claramente veremos los contornos de la nueva arquitectura mundial", opina el experto.
Ya que Occidente unido ha dejado de existir, las fallas se registrarán no solo a lo largo de la línea Norte-Sur u Oeste-Este, sino también dentro del mismo Occidente, pronostica Akópov. En este aspecto está notando intentos de consolidación por parte de nuevos centros de poder independientes, como por ejemplo, el sudeste de Asia. Además, el jefe adjunto del periódico ruso Vzglyad pronostica la formación de nuevas alianzas mundiales y el debilitamiento de las antiguas.