México ha tenido una gran tradición de protección al oprimido. Aquellas personas que han sido perseguidas por razones políticas o ideológicas siempre han encontrado un hogar en este país. Así mismo muchas personas de diferentes nacionalidades, que durante décadas lo han usado como paso a EEUU, han encontrado gente amable que les ha brindado apoyo.
Gilberto Bosques nació el 20 de julio de 1892, en Chiautla de Tapia, Puebla. Participó en la Revolución mexicana, trató de ser un un hombre ejemplar frente a la corrupción del régimen revolucionario mexicano. Hombre de izquierda cuyas convicciones hicieron que el presidente Lázaro Cárdenas lo enviara como cónsul de México a Francia en 1939.
La situación europea era delicada, toda vez que la guerra era inminente. En estas circunstancias, su humanismo se hizo patente, porque comenzó a dar visas mexicanas a todos aquellos que sufriesen persecución. Tanto a españoles que escapaban del régimen de Franco como a judíos que escapaban de la Alemania nazi. No importaba si eran personas con alto grado de estudios o simplemente obreros. Muchas personas desesperadas acudían a él como su única esperanza de escapar.
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Como diplomático, se enfrentó a la Gestapo, salvando miles de vidas inocentes de los mortales campos de concentración. El número de perseguidos por el fascismo se incrementó por lo que se hizo necesario rentar dos castillos para cuidar y proteger a todas aquellas personas. Cuando salían de Francia rumbo a México, le agradecían todo lo que había hecho por ellos.
Gilberto Bosques solo respondía: "No fui yo, fue México."
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