La tarde del 22 de noviembre, miles de moscovitas y turistas de la ciudad fueron testigos de un inesperado espectáculo. Desde el Kremlin, el centro de poder político del país, despegaron dos helicópteros Mi-8 de las fuerzas especiales que luego fueron avistados y grabados en diferentes rincones de la capital rusa.
Para mayor deleite de los espectadores, como en las más emocionantes películas de acción, uno de los helicópteros cargaba una plataforma suspendida con cuatro agentes de seguridad.
Las imágenes y vídeos rápidamente se hicieron virales en Rusia, alimentando una serie de hipótesis y teorías conspirativas de lo que estaba sucediendo.
Pero la realidad resultó ser más simple de los que muchas se imaginaban. El Servicio Federal de Protección —la entidad rusa responsable de llevar a cabo la protección de los altos funcionarios del país, incluido el presidente— comunicó a través de la prensa que la pintoresca maniobra fue un vuelo de entrenamiento que se realizó en el marco de la preparación para los ejercicios regulares de servicios especiales.
La plataforma con tropas de seguridad colgados sobre el helicóptero es una forma de realizar el desembarco de las fuerzas especiales en un tejido urbano de alta densidad, como lo es el centro de Moscú. Esto permite a los agentes reaccionar de forma más rápida a las amenazas, cuando cada segundo vale. El Kremlin, por su parte, cuenta con una de las pocas plataformas de para helicópteros disponibles en el casco histórico de la ciudad.
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Este tipo de ejercicios se hacen más relevantes en tiempos cuando el terrorismo internacional está alzando cabeza. Solo en 2017 el Servicio Federal de Seguridad (FSB) —entidad dedicada a combatir el terrorismo y el crimen organizado— logró prevenir 25 actos terroristas y desarticular varias bandas. El caso más reciente se conoció en octubre de 2018, cuando el FSB frustró una serie de ataques contra escuelas.
