Armin llegó el 13 de noviembre a la capital mexicana. Fue uno de los primeros salvadoreños de un grupo de casi 2.000 personas. Se alojan en el mismo sitio que el primer grupo (Jesús Martínez "Palillo") que ya está en Tijuana, pero recibe servicios médicos recortados.
A los integrantes de la segunda caravana les ha pasado de todo. Armin, un jovencito de 18 años contó a Sputnik que estaba en el grupo reprimido con balas de goma en el puente Rodolfo Robles, entre México y Guatemala.
"La gente comenzó a desesperarse porque no más no dejaban pasar a nadie. Comenzamos a gritar que abrieran y ellos sólo tiraban gases lacrimógenos", dijo. "Nosotros los tirábamos de regreso porque caían donde estaban las casitas y estaba la gente descansando", explicó. Henry Adalid Díaz Reyes, un hondureño de 25 años, fue asesinado por el impacto de una bala de goma en su cabeza. Sucedió el 28 de octubre.
"Todo se puso peor, las personas ya no aguantaban el gas y el segundo muro estaba muy alto, nos bajamos del puente pero a la salida estaba la Policía de Guatemala, vi como golpeaban a las mujeres y a los niños, yo brinqué antes la reja y me encaminé al río".
A la mañana siguiente, ya sin balsas para cruzarlo porque la Policía les impidió abordarlas, "se fue organizando a puro grito, decían ‘fórmense y tómense de los codos hasta allá' y poco a poco nos fuimos metiendo al agua". Una cadena humana cruzó el Río Suchiate mientras un helicóptero de la Policía mexicana sobrevolaba encima de sus cabezas.
"Eso lo mandaron pa matarnos", dijo el joven y se quedó callado. Al llegar a la orilla mexicana, una cadena humana de uniformados intentó impedirles el paso. Ellos empujaron hasta que fracturaron esa cadena y caminaron hasta el albergue dispuesto por las autoridades municipales de Suchiate en el centro social Francisco I. Madero, en Ciudad Hidalgo.
Volvieron a cruzar otro retén en Arriaga, Chiapas, y otro más en Oaxaca que el joven no supo precisar. "Éramos un grupo pequeño, como 40 personas. Primero nos pararon los federales, eran como cinco patrullas, nos revisaron las mochilas y nos dejaron ir". Pero momentos después los interceptaron camionetas del Instituto Nacional de Migración.









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"En esa se llevaron a varias mujeres porque no podían correr rápido por los niños, como cuatro o cinco mujeres con sus bebés. Nosotros salimos disparados", relató el adolescente nacido en El Salvador.
Junto a otro joven hondureño que se unió a la conversación, se quejaron del frío de la Ciudad de México, que les hace doler los oídos, dicen. Se han vuelto compañeros de camino. Esta segunda caravana, viaja un día y descansa dos, para mantenerse unida y esperar a los que vienen atrás. Saldrán hacia Querétaro este fin de esta semana.