Reunir a más de sesenta líderes mundiales bajo un "Foro de la Paz" puede ser un empeño ejemplar, pero cuando en ese foro se aprovecha para lanzar mensajes contra sus propios socios europeos o sus aliados internacionales, la reunión se convierte en un elemento más de la campaña electoral que el presidente francés prepara para las elecciones europeas y en otra maniobra de su estrategia para intentar apaciguar la ira de sus propios ciudadanos, cansados de esperar los resultados de las reformas y saturados de aumentos de impuestos.
Por supuesto, poner la memoria histórica al servicio de intereses políticos actuales no es monopolio de Macron, pero hacer paralelismos de la situación europea y mundial actual con las del pasado es muy delicado. Interpretar la historia para la utilización ideológica particular, ante el temor a unos comicios, es falsificar esa misma historia.
El presidente francés se enfrenta en seis meses a su primer plebiscito popular en las elecciones al Parlamento Europeo. Nunca una cita electoral europea había tenido tanto valor como la del próximo mayo. Por eso, la celebración de la firma de la paz de 1918 era para Macron una tribuna internacional muy adecuada para hacer campaña.
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Macron no ha dudado en aprovechar la conmemoración del armisticio de 1918 para hacer paralelismos entre la situación de Europa de entreguerras y la actual: "Vemos casi metódicamente reproducirse todo lo que marcó la vida en Europa desde el fin de la Primer Guerra Mundial hasta el año 29". Dicho en otras palabras, lo que él mismo ya calificó como "la lepra nacionalista" o la "soberanía europea sacudida por potencias extranjeras"….
La batalla de europa
En su doble mensaje europeo e internacional — Macron ha comparado implícitamente a Viktor Orban y Matteo Salvini con Hitler o Mussolini. En su campaña electoral para las europeas ya eligió a los políticos húngaro e italiano como sus principales enemigos. Pero recuperar políticamente el pasado convirtiendo el debate actual en un mensaje maniqueo y simplista no es garantía de éxito. Hacer diferencias entre patriotas y nacionalistas, "progresistas buenos" y los "malos" de la película europea, los nacionalpopulistas, se contradice con el empeño en avanzar hacia la paz.
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El anuncio del primer ministro, Edouard Philippe, se hizo, como no podía ser de otra manera, el día que se celebraba en Alemania el aniversario de la "Kristallnacht", la "Noche de los cristales rotos", que se identifica como el pogromo que marca el inicio de la campaña de exterminación de judíos planificada por Hitler. En el original comunicado de jefe del ejecutivo se podía leer que "cada acto antisemita en suelo francés resuena como un cristal roto".
Militares, sin homenaje
El hecho histórico que el presidente francés prefirió esconder fue, precisamente la derrota y la capitulación del Ejército alemán en 1918. Ante el estupor de algunos uniformados franceses, la Francia de 2018 prefiere conmemorar "la reconciliación" y dejar sin homenaje a sus militares, que debieron celebrar aislados del público y la prensa el homenaje a los mariscales de la Primera Guerra Mundial, en el recinto cerrado de Los Inválidos.
La visita a Compiegne era el plato fuerte de las conmemoraciones del Armisticio. Macron y Merkel dejaron de lado sus últimos desencuentros, como las críticas francesas a la suspensión de la venta de armas alemanas a Arabia Saudí, y el desvanecimiento de los tímidos avances alcanzados por los dos gobiernos en la cumbre de Messeberg, en junio, sobre convergencia fiscal, el presupuesto europeo o la aplicación de un impuesto a los gigantes mundiales de la industria digital. La Canciller tampoco aprueba la estrategia macroniana de enfrentamiento entre "progresistas" y "nacionalistas" en la UE.
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) November 6, 2018
La firma del libro de oro en el vagón de tren que era una réplica del utilizado para sellar la paz de 1918 y también la capitulación ante Hitler, en 1940, fue una imagen emocionante, pero no es seguro que ayude a hacer avanzar a la hasta hace poco llamada locomotora europea. Las cuatro decepciones electorales consecutivas de Angela Merkel y sus aliados socialcristianos tras su gestión de la crisis migratoria han empujado a la jefa de Gobierno alemana a iniciar su desenganche del tren continental y a dejar a Macron huérfano de aliados poderosos en una Unión Europea dividida más que nunca.
Además de una amiga y aliada que pierde fuelle electoral, el presidente francés era también anfitrión de otro líder reforzado en las urnas, convertido para París en el aliado menos fiable y más criticable.
Trump, invitado molesto
La mezcla y el ritmo frenético de mensajes macronianos en los últimos días también afectó a su encuentro de Donald Trump. El mandatario norteamericano consideró ofensivas las palabras de Macron sobre la necesidad de dotarse de un ejército europeo que proteja a la UE de China, Rusia, "e, incluso, Estados Unidos". El Elíseo quiso arreglar el desaguisado subrayando que Macron se refería "al ciberespacio".
En momentos de conmemoración de un conflicto, y más se si invita al presidente de un país que ha colaborado en dos ocasiones en la liberación de Francia, parece poco elegante sacar a relucir un debate que deja de lado la memoria de los miles de soldados norteamericanos enterrados en suelo francés. Por mucho que se pueda disentir con la política de Trump, el inquilino de la Casa Blanca estaba estos días en Francia como representante de esos uniformados que murieron combatiendo al otro lado del Atlántico. Macron acompañó a May y, por supuesto, a Merkel en la visita a cementerios o lugares de memoria, pero dejó solo a Trump en su homenaje en los cementerios de norteamericanos.
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Críticas legítimas, pero quizá no apropiadas en el momento en que se celebra el recuerdo a millones de muertos. Blandir el temor a una nueva guerra por intereses particulares no es un gesto que merezca pasar a la historia.