En un momento en que la guerra comercial entre EEUU y China no muestra signos de disminuir, al igual que las tensiones entre ambas potencias en el mar del Sur de China, los eventos como el reciente diálogo diplomático y de seguridad entre Pekín y Washington se vuelven mucho más importantes. El 9 de noviembre, el titular chino de Defensa, Wei Fenghe, y el secretario de Defensa de EEUU, James Mattis, celebraron en Washington el segundo Diálogo Diplomático y de Seguridad China-EEUU, en el que también participaron el director de la oficina de Asuntos Extranjeros del Comité Central del Partido Comunista chino, Yang Jiechi, y el jefe de la diplomacia norteamericana, Mike Pompeo.
Dejando a un lado las declaraciones pacificadoras para las cámaras, lo cierto es que las relaciones entre EEUU y China están pasando por su peor momento después de la Guerra Fría, afirma el columnista de National Interest, Daniel R. DePetris. Tanto los mutuos golpes económicos como las disputas sobre el mar del Sur de China, por supuesto, han estado al acecho durante los últimos años. Pero la verdadera manzana de la discordia entre ambas potencias siempre ha sido y sigue siendo la isla de Taiwán.
La manzana de la discordia
Las diferencias de opinión sobre el estado de Taiwán han pesado en las relaciones entre Washington y Pekín incluso antes del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambas partes. Durante décadas, los funcionarios estadounidenses y chinos han llevado este problema siempre "acordando en su desacuerdo". En 1982 las partes decidieron dar un enfoque de apariencia legal al 'statu quo' ya existente: EEUU reconoce los reclamos territoriales de China sobre la isla, y los chinos reconocen la política estadounidense sobre la venta de armas a Taiwán.
Por si fuera poco, a eso le siguieron ventas de armas a Taiwán por sumas multimillonarias, Ley de Viajes a Taiwán de 2017 y la Ley de Autorización de Defensa Nacional de 2018, que reafirmó los lazos de defensa de Washington con la isla y le abrió paso al mutuo acceso de naves de la Marina en los puertos de ambos países.
El estrecho de Taiwán que divide la isla y el continente chino también ha visto crecer las tensiones. En abril, el Ejército Popular de Liberación de China llevó a cabo simulacros de fuego real en el estrecho, algo que no es raro, pero ocurrió un mes después de que el presidente chino, Xi Jinping, dijera al Congreso Nacional del Pueblo que China seguirá manteniéndose firme contra los intentos de desafiar su soberanía: "Ni una pulgada del territorio de la gran patria se puede separar de China", expresó el mandatario ante los legisladores.
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Si bien nadie anticipa un enfrentamiento entre las armadas estadounidenses o chinas en las aguas del estrecho de Taiwán, apunta DePetris, la competencia estratégica que ahora domina la relación entre ambas potencias —desde el comercio, la propiedad intelectual y la ciberseguridad hasta la modernización militar— da una perspectiva alertadora sobre la estabilidad. Incrementa así también el riesgo de que una deliberada provocación militar o una falta de comunicación conduzca a una crisis internacional entre las dos mayores economías del mundo, con los presupuestos militares más grandes del planeta.
Y dado que ninguna de las partes muestra signos de retroceso en su postura, el margen de error se está haciendo peligrosamente estrecho, concluye el columnista de National Interest.