La situación política que llevó a esta crisis tuvo sus raíces en el mismo triunfo de la Revolución cubana de 1959. Esta acabó con el régimen dictatorial de Fulgencio Batista que había sido respaldado por Estados Unidos.
Entonces la Unión Soviética propuso a Fidel Castro emplazar sus misiles nucleares soviéticos en Cuba como una medida disuasoria. Para ese momento los misiles estadounidenses ya estaban desplegados en Italia y Turquía y apuntaban contra la URSS. En este sentido Moscú buscaba la paridad, afirmó a Sputnik Limia Díaz.
Los misiles desplegados en el territorio turco ponían en peligro las principales ciudades de la Unión Soviética, incluida la capital del país, Moscú. Esta situación no era conveniente para el Gobierno de la URSS, lo que hizo que el entonces líder del país, Nikita Jruschov, recurriera a medidas extremas.
"La crisis no tuvo que ver simplemente con la retirada de los misiles de Turquía y Cuba, respectivamente. No era posible solucionar todos los problemas con un simple intercambio. Washington siempre llevaba la delantera. La crisis de Cuba fue un intento desesperado de igualar posiciones", declaró a Sputnik Nikolái Leónov, general retirado de la KGB, quien conoció personalmente a Fidel Castro.
Por lo tanto, la gerencia de la URSS se atrevió a dar un paso arriesgado que desencadenó la crisis de misiles, prosiguió.
Limia Díaz, por su parte, aseguró que a Fidel inicialmente no le agradaba la idea de que el despliegue no fuera público. El historiador cubano declaró que los representantes soviéticos mentían a sus contrapartes estadounidenses con relación al traslado de los misiles nucleares.
Leónov, al contrario, considera que de haber trasladado los misiles a Cuba de manera pública, la URSS perdería la ventaja en la confrontación. También explicó que los representantes soviéticos decían simplemente lo que sabían. Es decir, no estaban al tanto de los planes del Gobierno soviético porque era una operación secreta.
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"Si la URSS no hubiera dado el primer paso, EEUU habría iniciado la crisis primero. Habría instaurado el bloqueo de Cuba de antemano y esto habría tenido consecuencias más graves", explicó el entrevistado.
El emplazamiento de las armas nucleares soviéticas en Cuba evidentemente no le gustó a Estados Unidos, por lo que el entonces presidente de EEUU, John F. Kennedy, se vio en la obligación de reaccionar.
A juicio de Limia Díaz, los cubanos tienen que agradecerle a Kennedy por no sucumbir ante la idea de los militares estadounidenses de realizar un ataque quirúrgico nuclear contra la isla.
El líder soviético, Nikita Jruschov, empezó a negociar con Kennedy el 26 de octubre. En uno de sus mensajes el mandatario de la URSS prometió a su contraparte norteamericana retirar los cohetes soviéticos a cambio de no intervenir en Cuba.
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Castro aseguraba que Estados Unidos estaba preparando una invasión al tiempo que Moscú continuaba con las negociaciones.
Para Limia Díaz, los cubanos se sintieron frustrados por la decisión de la URSS, porque estaban dispuestos a luchar contra Estados Unidos hasta el final.
"En términos absolutos este pueblo no tuvo temor ni un instante. La gente estaba decidida a inmolarse por la defensa de la dignidad nacional. La decisión de Jruschov fue sorprendente", explicó el experto.
La única manera de prevenir una invasión estadounidense o evitar una segunda bahía de Cochinos fue emplazar los misiles soviéticos en la isla, indicó, a su vez, Leónov.
"Si no fuera por la crisis de los misiles en Cuba, el propio país no existiría en su forma actual. El fin de aquella maniobra no era ganar, sino restablecer el 'statu quo'. Pero si tomamos en cuenta que la URSS logró convencer a Washington de retirar sus misiles de Turquía, Moscú alcanzó el objetivo principal", detalló.
En octubre de 1962 los habitantes de Estados Unidos entendieron que ellos también se encontraban en peligro mortal. Como resultado de la crisis, apareció la paridad y en este sentido ganaron todos porque tanto EEUU como la URSS rechazaron recurrir a las soluciones militares, concluyó Leónov.