Durante el acto muchos marchantes se pronunciaron en contra del actual ejecutivo catalán. Así, cuando desde la tarima pronunciaron el nombre del president, Quim Torra, los concentrados comenzaron a abuchear su nombre y a pedir su dimisión por entender que no ha cumplido con su palabra de formar una república independiente del Estado español.
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En este sentido, el analista internacional Juan Aguilar opina que "no es de extrañar que se produzcan situaciones de alta tensión, peticiones de dimisiones, de abandono, etc., y al final de todo lo que puede ocurrir es un enfrentamiento violento entre las propias fuerzas separatistas".
Alianza imposible
Este enfrentamiento intestino entre quienes dirigen los destinos de la Generalitat y el electorado que le brindó su apoyo era previsible, según Alsina. "Esto iba a pasar", observa, al indicar que se trata de una "alianza extraña entre el 3% de la burguesía catalana y los antisistema".
Algo con lo que concuerda Aguilar al indicar que un año después del 1-O, ha comenzado la frustración. "Hay muchísima gente del entorno independentista que se siente engañada: unos se han quedado en casa y otros han salido a las calles airados y muy enfadados. Lógicamente estos son una minoría. En toda Cataluña, según algunas informaciones, no se han movilizado más de 100.000 personas este 1 de octubre de 2018, lo cual es muy minoritario comparado con las demostraciones de masas de meses anteriores y mucha gente se ha quedado en su casa".
"Es lamentable que toda una sociedad no se dé cuenta de que está siendo instrumentalizada por unos sectores claramente oligárquicos, amparados en unas estructuras que son mantenidas con el dinero de todos, no sólo de los catalanes, sino también de todos los españoles, y que al final eso sólo va a traer mayor perjuicio para Cataluña", juzga Aguilar.
Al respecto, Alsina pone el acento en que Torra llamó a los independentistas a desobedecer, pero que él no desobedece, porque si lo hiciera, abriría las cárceles catalanas donde se encuentran los presos del 'procés' y les liberaría. El analista califica a Torra como un "agitador incendiario que se lo monta mal" y que "se ha convertido en el muñeco al que todos golpean".
¿Doble rasero de la Generalitat de Cataluña?
Sucesos por los cuales este 1-O los marchantes pidieron la dimisión del conseller de Interior de la Generalitat, Miquel Buch, quien en sus comparecencias ha negado insistentemente que hubiera carga policial por parte de los Mossos. "Sí que las hubo", remacha Alsina.
"Un día Torra felicitó a los acampantes y al otro mandó a desalojarlos", observa el analista al indicar que como todo cuerpo policial, los Mossos intervienen cuando hay agresiones "porque hay gente que se ha acostumbrado a la impunidad".
¿Principio del fin?
Juan Aguilar subraya que el Parlamento de Cataluña no se reúne desde hace meses y sentencia que esto no lleva a ningún sitio. "Lleva a la nada y al final a que haya más frustración, más violencia y más gente en su casa pensando que la han engañado y que la han llevado a un callejón sin salida".
Por su parte, y respecto a la actitud del Gobierno central, Alsina explica que ante toda esta situación, el presidente de España, Pedro Sánchez, "se ha puesto de perfil". "No habla porque depende de esta gente [diputados de partidos independentistas]" para aprobar distintas resoluciones en el Congreso.
Josep Alsina es implacable en su conclusión. "Esta situación está llegando a un momento explosivo. (…] Es el principio del fin del 'procés'", concluye.
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