El 30 de julio de 1971 las tupamaras, anarquistas y presas por delitos comunes que estaban recluidas en la cárcel montevideana Cabildo se escaparon a través de un boquete que hicieron en el piso de una de las celdas con los insumos que utilizaban para coser.
📸Presentación de "38 estrellas" de @JosefinaLicitra en Fundación Mario Benedetti. pic.twitter.com/KeSlSbZ3q6
— PlanetadeLibros UY (@PlanetaLibrosUY) 25 de septiembre de 2018
En cuatro patas y con un pañuelo en la cabeza para no ensuciarse tanto con orín y heces, y otro enganchado en el cinturón en la parte trasera para servir de guía a la que va detrás, 38 mujeres gatearon 38 metros por un túnel hasta llegar a la red cloacal de la ciudad. La hazaña se llamó "Operación Estrella".
A pesar de la magnitud del asunto, la fuga de Alicia Rey, las gemelas María Elia y Lucía Topolansky, Yessie Macchi, Graciela Jorge y Virginia Cánovas, entre otras, pasó sin pena ni gloria. Los tupamaros acapararon el foco de atención: dos meses después de que las mujeres se escabulleran por las cloacas, en setiembre de 1971, 111 varones se escaparon del penal de Punta Carretas. La fuga se llamó "El Abuso".

Medio siglo después, algunas de las protagonistas de la Operación Estrella, entre ellas Lucía Topolansky, actual vicepresidenta de Uruguay, contaron cómo fue el episodio a Licitra, una periodista argentina que se interesó por su historia no sólo por curiosidad.
—Has contado que te enteraste de la fuga en 2011, cuando entrevistaste a Topolansky porque estabas trabajando en un perfil de su esposo (José Mujica, en ese momento presidente de Uruguay). Topolansky mencionó la operación al pasar, y te pusiste a indagar, te encontraste un "vacío" de información y te brotó la idea de hacer un libro. Sin embargo, también comentaste que te interesó por una historia familiar.

Fue una excusa para venir a Montevideo, que es una ciudad que tiene una carga familiar para mí importante. Mi padre en el 78 se exilió a Madrid, y durante muchos años no podía ir a verme a Argentina por seguridad, y el lugar que encontramos para vernos en las vacaciones fue Montevideo. […] Tener una excusa para venir acá de manera sistemática, y durante un par de años, fue algo muy importante, ni siquiera sé bien para qué, pero me ayudó a pensar algo de la dinámica familiar, pensar bastante en mi vida.
—¿Qué aspecto de la historia o las protagonistas te llamó más la atención? Sea porque te conmovió o sorprendió.
La autora de #38Estrellas dice que las protagonistas tenían relatos frescos, como pocas veces contados.
— Margarita Libschitz (@LibschitzMarga) 25 de septiembre de 2018
Es fácil entender por qué. Las mujeres siempre han sido invisibilizadas a lo largo de la historia.
Gracias @JosefinaLicitra pic.twitter.com/voszVI8Sht
Otra cosa que me llamó la atención fueron las edades. La fuga las agarró muy jovencitas, el promedio de edad era muy bajo, Alba Antúnez, Lía Maciel tenían 18 o 19 años, la mayoría tenía 24, las Topolansky 27. Salvo Alicia Rey, que tenía 35, y las anarquistas y las del PC [Partido Comunista] que eran más grandes, todas eran muy chicas. Me conmueve que tuvieran tanta bravura siendo tan chicas; eso es una marca de época, no sólo de Uruguay, toda la militancia de izquierda en el continente se hizo con bases muy jóvenes. Mis padres también militaron muy jóvenes, entonces eso también me llamó la atención, que alguien tan joven pudiera tener un pasado político. Tu pasado a los 18 años, 19 años decís: 'Bueno, hice una fiesta de 15 a los 15, tuve mi primer novio a los 14', no sé, son hitos que comparados a los hitos de estas mujeres, son muy pobres, y yo veía que ellas tenían un pasado a una edad en la que nadie tiene demasiado pasado.
—En el libro, dejas entrever que nadie le preguntó a esas mujeres qué pasó, cómo fue, cómo sobrevivieron al encierro y al después de la fuga. ¿Por qué crees que esta historia pasó desapercibida y hoy las mujeres están pudiendo ser protagonistas de historias?
Hoy el lugar de las mujeres es completamente distinto, tanto que permite que podamos ver con ojos muy extrañados lo que pasó en ese momento, o que podamos interpelar desde una perspectiva muy distinta. Hoy todos podemos señalar el error en el que cayó el movimiento, la izquierda, al desestimar la potencia que puede tener una mujer como cuadro político. En los 70 la verdad es que las demandas de género eran sumamente subalternas frente a otras prioridades de lucha que se consideraban más importantes, como la igualdad social, tener un mundo sin explotados y sin explotadores. En ese contexto, las demandas de igualdad de género supongo que eran vistas como demandas pequeño burguesas, irrelevantes.
@JosefinaLicitra no puedo parar de leer este libro. https://t.co/ikZF1QQV6W
— Azul Cordo (@azcordo) 23 de septiembre de 2018
Ahora la situación es distinta. De hecho, fíjate el rol que tiene Lucía Topolansky en este momento en el país, es un rol ejecutivo, de mando, jerárquico, importante. El libro se gestó en un momento donde no había movimientos por la igualdad de género o demandas feministas como las que hay ahora, pero sí sale en un momento en que este tema es relevante. Cayó en un momento super oportuno porque entiendo que acá es como en Argentina […] donde los movimientos feministas están como en una especie de primavera. […] Hay un movimiento interesantísimo que obliga a repensar la historia de una manera bastante dramática diría, irreductible. Hay cosas que empiezan a interpelar con muchísima seriedad, y uno dice ¿Qué pasó acá? ¿Cómo que no había mujeres? ¿Como que en ninguna de las direcciones hubo una sola mujer? […] A mi algo de eso me da tristeza y me enoja, pero entiendo que fue otra época, y que por suerte evolucionamos.
—Lo que se mantiene es la juventud. Hoy el feminismo es mayoritariamente joven.