Según su punto de vista, después de que Rusia notificara a Israel sobre su intención de entregar a Siria los sistemas S-300 en las próximas semanas, "la situación comenzó a verse como un punto de inflexión en las relaciones ruso-israelíes".
Como resultado, en los últimos años esto ha permitido a la Fuerza Aérea israelí realizar cientos de ataques aéreos en el territorio sirio sin obstáculos. Pero muy pronto, advierte Strokan, los aviones israelíes se verán forzados a enfrentar una nueva realidad, extremadamente desagradable para ellos: los vuelos sobre Siria, que anteriormente eran para "paseos sencillos", estarán plagados de riesgos mortales.
"De hecho, con su decisión de transferir los S-300 a Damasco, Moscú cierra el espacio sirio para Israel", subraya el periodista ruso.
Concluye que la decisión de Rusia es una señal no solo para Israel, sino también para su principal aliado estratégico, Estados Unidos, que tradicionalmente considera prioritario mantener la seguridad del Estado israelí.
En Siria, esto se lograba precisamente gracias a los acuerdos ruso-estadounidenses, incluidos aquellos alcanzados durante la cumbre de julio entre Vladímir Putin y Donald Trump en Helsinki. En aquel entonces, Trump admitió públicamente que Putin "participó muy activamente en la discusión con nosotros, con Benjamín Netanyahu, para encontrar soluciones" sobre Siria con respecto a "la seguridad a largo plazo e Israel".
"Sin embargo, los acuerdos con EEUU sobre Siria eventualmente dejaron a Rusia sola en el campo. Habiendo hecho tanto para garantizar la seguridad de Israel, Moscú no obtuvo nada a cambio de Washington, a excepción de nuevas sanciones", escribe el corresponsal de Kommersant.
Según su punto de vista, el derribo del Il-20 desató las manos de Moscú. Agregó que a partir de este momento, Rusia "no va a resolver los problemas de Estados Unidos e Israel en Siria gratuitamente".