El aire se podía cortar en el Parlamento Europeo en lo que fue el último discurso del Estado de la UE que le tocó dar al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, que tuvo un aura de extremaunción, potenciada por un silencio sepulcral de susto de su autitorio.
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Respecto a estado de situación actual del bloque comunitario, el presidente de la Consultora Ekai Center, Adrián Zelaia, opina que "dentro de la UE, lo que había sido un despegue de determinados países, fundamentalmente del sur, se vio complementado y agravado por un creciente alejamiento de los países del Este dentro de la propia UE".
"En general, a esto habría que sumar los populismos de izquierda o de derecha. En Bruselas hay una sensación de acorralamiento conceptual e ideológico ante lo que está costando tremendamente responder, es decir, se responde exclusivamente descalificando a las distintas opciones, a los distintos movimientos políticos que en una u otra dirección se están produciendo desde los últimos años", apunta el experto.
Entonces se mostró decidido a combatirlos, a los populistas, empleando el principio de la homeopatía: el de la similitud. Aquellos a quienes desde Bruselas – incluido Juncker – se les acusa de populistas, y que pedían cerrar las fronteras, Juncker les combate ofreciendo proyectos de inmigración que prevén el blindaje de las fronteras europeas. Es decir, criticó el populismo, y ofreció soluciones populistas.
Contra los pedidos populistas euroescépticos – como califican los europeístas en el bloque – de echar a los inmigrantes irregulares, en el Parlamento Europeo se aprobó una directiva para acelerar la devolución de migrantes irregulares que busca liquidar la inutilidad de las órdenes de expulsión.
Zelaia observa que "dentro de esas coordenadas que se está situando la UE tan a la defensiva, en este ámbito está en definitiva respondiendo en la misma dirección, de alguna forma dando la razón [a los populistas], o utilizando expresiones como 'organizar', 'controlar' los procesos migratorios, por las que hace muy pocos años, dos o tres, inmediatamente se calificaba como de extrema derecha a cualquier opción política o líder político".
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En esta misma sesión, el Parlamento Europeo recomendó a los Estados miembro por una amplia mayoría – 448 votos a favor, 197 en contra y 48 abstenciones – aplicar el artículo 7 de los tratados europeos y sancionar a Hungría al considerar que existe un riesgo de violación del Estado de Derecho. Es la primera vez que la Eurocámara aprueba poner en marcha este proceso, al que se le conoce como el 'arma atómica' al interior del bloque, y que comprende sanciones disciplinarias, como la suspensión del derecho de voto en temas clave, por poner en riesgo los valores fundamentales de la Unión.
"Yo creo que no hay más remedio que plantearse que el Parlamento Europeo tiene una capacidad de análisis absolutamente desenfocada", entiende Zelaia. Subraya que "hay decisiones políticas muchísimo más graves que se han tomado por los Estados miembro centrales de la UE durante los últimos años y que no cabe ninguna duda que son muchísimo más graves desde el punto de vista del derecho internacional y del respeto de los derechos humanos".
Para Zelaia, en la UE hay elementos que son "la constatación de la complicidad de países como Inglaterra o Francia en la creación, impulso y financiación del terrorismo yihadista, algo que se lleva haciendo bastantes años, y que explica también la pasividad de estos países en luchar contra estos movimientos, y vemos que ahora mismo Holanda ha reconocido que ha estado financiando a los movimientos terroristas en Siria y ha dicho que va a dejar de hacerlo", explica el experto.
"Estamos hablando de decisiones que han supuesto muertes de miles de personas, y pensamos en las organizaciones terroristas en las que cientos de miles, o incluso millones de personas, tienen responsabilidad conjunta con EEUU, y pensamos en la destrucción repetida de países musulmanes durante los últimos años. El hecho de que frente a todo esto se mire constantemente para otro lado y se esté pensando en determinados matices sobre decisiones muy concretas adoptadas en Hungría de cara a su normativa interna, claramente hay que calificarlo como ridículo y esto agrava progresivamente la crisis institucional de la UE", sentencia Adrián Zelaia.