Al borde de la medianoche en Brasil, cuatro de los siete magistrados habían votado a favor de vetar la candidatura y de prohibir que Lula haga campaña como candidato, incluso en la propaganda electoral en radio y televisión, que arranca el 1 de septiembre.
El magistrado también rechazó la resolución del Comité de Derechos Humanos de la ONU, que pidió que Lula conservara sus derechos políticos y pudiera presentarse como candidato hasta que su condena no fuera confirmada en última instancia.
Barroso y los otros tres jueces que votaron en el mismo sentido consideraron que la resolución del organismo no tiene impacto jurídico en Brasil, sino que se trata de una recomendación que no debe tomarse en cuenta.
A pesar de ello, es el favorito de los brasileños, según todas las encuestas, y sus apoyos han ido creciendo con el paso del tiempo, rozando el 40 por ciento de intenciones de voto.
Se espera que la defensa del expresidente recurra la decisión del TSE en otras instancias para que Lula pueda ser candidato.
Lo más probable, no obstante, es que le acabe sustituyendo el que hasta ahora es candidato a vicepresidente, Fernando Haddad, quien fuera su ministro de Educación.