¿Podrían estas dificultades llevarlo a comenzar una guerra intencionalmente como último recurso de distracción?, se pregunta el analista de The National Interest Paul R. Pillar.
No obstante, a su juicio, Trump probablemente aún no cree que sus problemas hayan llegado al punto de 'requerir' una guerra y actualmente no parece que sea algo que esté buscando, opina.
En este contexto, "la interminable hostilidad hacia Irán ya sirve a la mayoría de los propósitos" de un enemigo externo, impide cualquier acercamiento con EEUU y satisface los planes de Israel, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos —apoyados por Washington— hacia Teherán.
No obstante, cree Pillar, si las investigaciones criminales que rodean a Trump se tensan hasta el punto de que "su base política comienza a mostrar signos de agrietamiento, se podrá decidir que ha llegado el momento de probar esa táctica de distracción definitiva".
Hay dos razones por las cuales es más probable que Trump siga ese esquema en comparación con otros presidentes que se vieron en situaciones similares. Una de ellas es que Trump ya ha mostrado una fuerte inclinación hacia la agresividad, principalmente a través de sus tuits y declaraciones.
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La otra es que Trump siempre se enfoca en lo que afecta inmediatamente a su posición personal y muestra poco deseo de pensar estratégicamente a largo plazo sobre qué le conviene a la nación. Por lo tanto, existe la posibilidad de que comience una guerra contra Irán sin preocuparse demasiado por qué consecuencias tenga, concluye el autor de la nota.