La experiencia hasta el momento llevó a los militares a comprar unos pararrayos, considerados necesarios para asegurar la disponibilidad de las aeronaves tras una tormenta, escribe Joseph Trevithick en su artículo.
Según el autor, el sistema central del avión, conocido como ALIS, resultó vulnerable contra los choques de electricidad y sin ella la nave es básicamente inoperable.
Además, el sistema de combustible del F-35B no está lo suficiente protegido contra las chispas debido a la complejidad de su motor que le permite hacer su 'maniobra estrella' de despegue vertical.
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Una de las ventajas de un avión de despegue vertical es su capacidad de usar aeródromos muy básicos para operar. La vulnerabilidad del F-35B ante los rayos aumenta la lista de las exigencias para las bases que quieran albergarlo, ya bastante larga debido a las tecnologías 'stealth' y los problemas con las piezas de recambio, opina el autor.
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Trevithick recuerda que en dos casos, como mínimo, en Australia y en el Reino Unido, los pilotos optaron por aplazar los vuelos de los F-35 durante las tormentas.
Aunque, en esencia, es una precaución común y rutinaria, apenas sería posible en caso de un conflicto bélico real.