Adolfo es un mexicano que tiene el mérito de haber cruzado 18 veces la frontera con Estados Unidos. Su relato corresponde a una época en que la migración no era perseguida, aunque fuera irregular. Los mexicanos que desde hace 130 años migran al norte, se complementaron desde finales de 1970 con los centroamericanos que salieron en masa de sus países, buscando una vía fuera de la violencia y la pobreza.
En 2015, México superó por primera vez a su vecino del norte en la deportación de centroamericanos, tras la aplicación del Plan Frontera Sur, que militarizó la ruta de La Bestia. En Estados Unidos, la persecución lleva una década, durante la que se estima que un millón de mexicanos han dejado ese país, obligados por el cambio de circunstancias.
Cuando Adolfo cruzó por primera vez era 1992 y él tenía 17 años. "Salir de los matorrales te sirve, no vivir encerrado. Yo me considero indígena pero estando allá aprendes inglés por inercia, a fuerzas. La primera vez que crucé tenía 17 años y hasta los 35 iba y venía, porque ya tenía aquí a mi familia, mi esposa y mis hijos. Y te duele, pero te vas por necesidad, por querer progresar", relató.
Según explicó Jorge Durand, antropólogo social peruano, titular de la Universidad de Guadalajara e investigador emérito por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el tipo de migración que Estados Unidos requirió en esos años era "legal, rural, masculina y temporal", aunque no satisfizo la demanda para recuperarse de las heridas que la Segunda Guerra Mundial había causado en su población.
Se estima que además de los migrantes legales, unos cinco millones de mexicanos cruzaron "de mojados" (ilegales) a trabajar en Estados Unidos en esos años. En 2016, los mexicanos en tierras estadounidense representaban el 10% de su población, además del 15% que representa su descendencia. México también es el principal destino para los estadounidenses que deciden salir de su país.
Adolfo explicó cómo entonces hacían hoyos en el piso del otro lado del muro para que, al correr en la oscuridad, la gente se atorara los pies y se lastimara. También contó que al descolgarse del muro se pueden quedar los dedos atorados en las rejas.
"Yo crucé 18 veces a EEUU, por desiertos, montañas, ríos y en ese camino miras de todo. En el de Caborca, Sonora miras las tumbas de los que no llegaron, miras ropa de mujer tirada y tú te sigues, pensando que ahí mataron a alguien", dijo. Adolfo fue deportado en 2016 a raíz de una infracción de tránsito.
Al final del Gobierno de George Bush, en 2008, se instaló una política por medio de la que cualquier agente de Policía tenía acceso a una base de datos de estatus migratorios, en la cual se incluía a quienes tenían un estatus migratorio temporal como posibles "deportables". De esa manera, cualquier oficial podía ejercer un control migratorio, aún cuando estuviese fuera de sus funciones.
También: Trump: el aumento de los homicidios en México obliga a EEUU a reforzar la frontera
A pesar de la prioridad que Donald Trump puso en su lucha contra la migración, en su primer año, deportó unas 200.000 personas menos que Barack Obama en 2009. Según cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, Obama deportó tres millones de personas en ocho años de Gobierno, mientras que Bush expulsó dos millones en sus dos mandatos.
"La pobreza me obligó a hablar inglés y hoy no se me dificulta ir a cualquier lado, pero aunque allá es muy bonito, no es tu país. Y soportas discriminación por ser pobre, cosa que el estadounidense no ha entendido nunca. Aunque la jaula sea de oro, no dejas nunca de sentirte en prisión", dijo Adolfo, que tras ser deportado, ya no ha intentado volver a brincar por la frontera.