Lo hizo en base al argumento de que violaba la ley sobre la divulgación de secretos militares al extranjero. Fue en 2013, luego que Wilson difundiera con éxito las pruebas de la primera pistola impresa en plástico. El joven, que por entonces tenía 25 años y estudiaba derecho en Texas, inició un juicio.
"Él demanda diciendo que lo que le están imponiendo no es legal. Pero no en base a la Segunda Enmienda [de la Constitución], que es la que nos permite tener armas, sino de la Primera, que es el derecho a decir lo que él tenga ganas de decir", explicó a Sputnik el analista especializado en seguridad y defensa, Gabriel Porfilio.
Sus primeros abogados le dijeron que iba a perder y los echó. Tomó un segundo equipo, más especializado y llegó a un acuerdo en el que lo dejaron volver a postear lo que quisiera.
El acuerdo se conoció el 11 de julio e incluyó no solo la rehabilitación para publicar, sino también el compromiso por parte del gobierno de Donald Trump de cambiar la norma sobre secretos militares al extranjero y el pago de los 40.000 dólares de costas por el juicio.
"Es una conquista para la gente que quiere masificar el acceso a las armas, pero no para los defensores de la Segunda Enmienda, porque es una trampa para que mucha gente que no debería tener acceso a las armas, llegue a tenerlo", afirmó Porfilio, radicado en el estado del Florida.
Sin embargo, y a pesar del bloqueo temporal que este 31 de julio le impuso al acuerdo entre Wilson y el Departamento de Estado un juez de Washington, esta alternativa de acceso online a las armas ya preocupa en el resto del mundo, donde el acceso a las armas no está tan liberalizado como en Estados Unidos.
En primer término, porque cuando los smartphones salieron al mercado, tenían altos precios que los hacían un producto suntuoso, pero actualmente son objetos de circulación masiva. También preocupa el hecho de que incluso dentro de EEUU, quienes no tengan posibilidad de comprar un arma legalmente, decidan descargar un archivo e imprimirla.