Dos de los hombres fuertes encargados del divorcio del Reino Unido de la Unión Europea renunciaron a sus cargos en rechazo de la decisión. Tanto Boris Johnson, ministro de Relaciones Exteriores, como David Davis, ministro para el Brexit dieron el paso al costado.
La elección de este tipo de salida "blanda" o "suave" como la han llamado los analistas, implica la permanencia de vínculos comerciales, económicos y de flujos de personas y bienes que tiempo atrás habían sido descartadas.
Para el economista Joseba Barandiaran, miembro del Colegio de Economistas vascos, las últimas dimisiones en el gobierno ofrecen un "baño de realidad" a un proceso en que el deseo de separarse de la Unión nubló la capacidad de ver las dificultades prácticas de llevarlo a cabo. Según dijo en diálogo con Sputnik "la clave está en bajar conceptos" como el de libertad y aplicarlos a la práctica.
"Esa sencillez de los conceptos de soberanía o de libertad [que motivaron el Brexit], contrastan cuando hablamos de ellos en términos concretos. Vemos cómo afecta esto a determinada mercancía, a determinada fábrica o determinados procesos productivos que pueden estar ubicados por partes en diferentes partes de la Unión Europea y el Reino Unido y eso ya lo complica todo bastante".
Más allá de la dificultad de concreción, el tiempo apremia y Londres debe mostrar resoluciones al bloque europeo para que el proceso finalice a tiempo el próximo mes de marzo. Según explicó el analista político y doctor en Ciencias Sociales Alejandro Frenkel, May tiene que acordar algo con la Unión Europea que sea suficientemente bueno para que lo apoyen a la interna de la nación y a la vez dentro del bloque regional.
"Me parece que lo que está haciendo es apostar todo a acordar con la Unión Europea y así trazar un camino más claro de cómo sería el Brexit para presionar internamente con la posibilidad de que no haya ningún acuerdo. El problema es que si no hay ningún acuerdo es obvio que va a caer el gobierno de May y ahí si no se sabe que puede pasar".