El 6 de julio Washington va a gravar mercancía china —estimada en 34.000 millones de dólares— con aranceles del 25%, según informa AFP. Mientras tanto, las autoridades comerciales de EEUU analizan aplicar tasas sobre otras mercaderías por un valor de 16.000 millones.
En resumen, las importaciones chinas por un valor total de 50.000 millones de dólares se verán afectadas por las sanciones estadounidenses.
Por su parte, las autoridades chinas aplicarán medidas recíprocas sobre los productos importados de EEUU. Entre los bienes involucrados se encuentran mayoritariamente aquellos de producción agricultora y pesquera, automóviles y motocicletas.
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No obstante, ambos países no prevén detenerse ahí. El mandatario estadounidense pidió al representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Lighthizer, que preparara una lista de bienes por un coste total de $200.000 millones para gravarlos con una tarifa adicional del 10%. Si China llega a subir los tributos, EEUU está dispuesto a duplicar la medida.
La Cámara de Comercio de Estados Unidos estimó que el daño para las exportaciones será de alrededor de $75.000 millones.
Cabe reconocer que los estados a los que más afectan las sanciones son Alabama, Michigan, Pensilvania, Carolina del Sur, Texas y Wisconsin, precisamente aquellos que otorgaron sus votos a Trump en 2016. A este respecto, el medio ruso RG califica la situación actual como un enfrentamiento "entre Trump como hombre de negocios y Trump como presidente".
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Anteriormente, el Fondo Monetario Internacional también se pronunció acerca de la reciente iniciativa de la Casa Blanca y advirtió sobre las posibles consecuencias graves. Sin embargo, la Administración Trump sigue asegurando que la economía del país no se encuentra en ningún peligro y no tiene intención de abandonar su actitud.