Como asegura nuestra interlocutora, Donald Trump ganó las elecciones "con tres frases". Además de "hacer América grande de nuevo", prometió reforzar las fronteras y expulsar a los indocumentados. Parece que una gran América en la imagen del mundo del 45º presidente de EEUU y sus votantes es, antes de todo, una América sin inmigrantes.
Esta es la meta final a que apunta la política radical de Trump: satisfacer los intereses económicos de las grandes corporaciones, o sea, sus propios intereses.
En la crisis que estaba viviendo el país Trump indicó al culpable, declaró que "la culpa no la tienen las corporaciones, no la tienen las grandes compañías que expulsan a sus empleados para no pagar. La culpa la tienen todos los inmigrantes".
La periodista observa que en EEUU "siempre hubo el cuco de alguien de afuera que va a atacar", y "cuando hay una sociedad con miedo le puedes meter cualquier cosa en la cabeza y le puedes vender cualquier cosa. Por eso está Donald Trump en la presidencia", resume nuestra interlocutora.
La campaña electoral de Donald Trump tuvo éxito porque él supo aprovechar la crispación y el creciente miedo en la sociedad. De este modo, "la gente votó la esperanza que venga un padre protector que nos cierra las fronteras y nos protege de los males del mundo", y nada va a cambiar en la sociedad y en el país "mientras no haya políticas que contribuyan a que desaparezca ese miedo".
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Según Anahi Rubin, el proyecto de Trump totalmente carece de sentido, porque "la gente no se va a otro país porque quiera, la mayoría se va por los problemas económicos o por guerra, persecuciones políticas". Por eso Anahi Rubin considera que "nadie y ningún muro va a evitar que la gente pase, pueden hacer diez mil muros, y Donald Trump lo sabe".
Subraya también que "en el tema de inmigración se habla mucho en el tema legal pero poco se habla de la cuestión psicológica". Con el objetivo de proteger a su "gran América", el Gobierno de Trump se mueve bajo el lema Divide et impera y no para ni ante la necesidad de dividir a familias y dejar a cientos y miles de niños huérfanos con los padres vivos.
"Los chicos que nacen acá son ciudadanos norteamericanos, a ellos sus padres no se los pueden llevar <…> así que los chicos tienen miedo de que si a sus papás los deportan ellos se quedan solos. Y la verdad que ocurre eso. En Nueva York hay como 800 chicos cuyos papás fueron deportados y los chicos viven en los 'homes', hogares", se indigna la periodista.
Compartiendo su propia visión de cómo es ser inmigrante en EEUU, declara que "no es fácil estar lejos de la familia" y que en EEUU "se vive mucho más aislado <…> la vida es mucho más individualista". Y, a pesar de todas buenas experiencias y éxito profesional, confiesa que todavía se siente ajena.
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"Hace mucho soy ciudadana norteamericana pero cada vez que entro a la inmigración cada vez siento lo mismo, no importa que tenga un pasaporte o visa de turismo. El sentimiento de que no perteneces a este país. Es un sentimiento que no cambia, es lo mismo que hace veinte años".