Es sobre esto que deseo indagar esta semana, pero llego tarde a la cita. Quien será mi entrevistado termina su cigarrillo, mientras se adelanta a mis disculpas con una frase "Comencemos cuanto antes". Busca con la mirada el mejor sitio para hablar sin ser interrumpidos.
Carlos Quintero Regos, un analista a quien he tenido la oportunidad de entrevistar en anteriores ocasiones, es experto en derecho y política internacional y conocedor de los principales conflictos bélicos que están en desarrollo, o por estallar, alrededor del mundo. Es meticuloso en la manera en que escoge cada palabra, así que no permite que nos desviemos mucho del tema.
"Comprender lo que sucede con el Ejército estadounidense pasa por considerar dos nombres: Ludwig von Bertalanffy y Martin Van Creveld", apunta.
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Del primero de ellos, ya tenía referencias. Uno de los padres de la cibernética y de la teoría de los sistemas, su sola mención ya parece advertir hacia dónde se dirige la perspectiva de Quintero Regos. Lo corroboro cuando me presenta el organigrama del Departamento de Defensa de Estados Unidos.
"Son un enorme sistema que está presentando graves problemas", apunta justo para dar paso al segundo autor.
"El Ejército norteamericano se enfrenta a tres obstáculos que son visualizados por Van Creveld al hablar de este tipo de organizaciones, nos referimos a la inflexibilidad, debido a su gran tamaño; la fricción, como producto de la misma complejidad del sistema, y la incertidumbre, como resultado de las enormes dificultades que se crean para transmitir una orden e incluso para conducir una tarea en específico".
Los 4 factores de la debacle
Los problemas que enfrenta el Ejército estadounidense están relacionados ampliamente con las falencias de su propia sociedad. Un estudio revela que, según el propio Pentágono, "el 8% de los militares estadounidenses sufre de sobrepeso". La cifra en el año 2001 era apenas de 1,6%. Esto además afecta el reclutamiento y selección, pues "uno de cada cuatro adultos jóvenes en Estados Unidos no pueden unirse a la milicia" por esta misma causa.
"Esta clase de dificultades se suman a la gran diversidad étnica y religiosa que genera tensiones al interior del Ejército, lo que provoca un debilitamiento de su espíritu de cuerpo y de la propia voluntad individual y grupal para guerrear. No en vano, la tasa de suicidios es altamente preocupante y se asocia con la naturaleza de las guerras que libran en lugares como Irak y Afganistán".
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Otro elemento a considerar es el táctico y estratégico. Desplegados en todo el planeta, la Fuerza Armada estadounidense tiene cada vez problemas más grandes para enfrentar las amenazas que cada zona del mundo requiere. "Existe enormes resistencia por partes de generales de la vieja guardia, que se quedaron atascados en la Guerra Fría, lo cual les imposibilita entender las dinámicas de los conflictos actuales".
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Por último, Quintero Regos apunta directamente a la mayor debilidad de ese gran leviatán, "su excesiva dependencia tecnológica". Hablamos inmediatamente del episodio ocurrido hace algunos en años en el mar Negro, cuando el destructor norteamericano USS Donald Cook fue completamente 'apagado' por un bombardero táctico ruso Su-24 equipado con un dispositivo de guerra electrónica de nombre Jibiny.
"Fue uno de los episodios más desmoralizantes para las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Muchos de los tripulantes que se encontraban en dicho portaviones solicitaron la baja".
Para el analista, Estados Unidos tendría enormes dificultades en involucrarse en una guerra en la que tenga que luchar sin su sistema de comunicaciones y satelitales. "Eso sin contar con el hecho de que, conforme pasa el tiempo, sus sistemas de armas se vuelven más ineficaces ante el rápido desarrollo que han logrado superpotencias como China y Rusia".
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"No es casual el que Trump haya ganado la Presidencia de su país con el lema 'Hagamos a América grande de nuevo' ('Make America Great Again')" concluye Quintero Regos. "Es una declaración sobre la situación en la que se encuentran, y no en lo que respecta a la economía, sino, fundamentalmente en lo que les ha permitido su expansión como imperio: sus Fuerzas Armadas".
No obstante, es evidente que estamos atestiguando un declive en sus capacidades operacionales y esto, sin ninguna duda, representa un ápice de esperanza para aquellos países que han decidido optar por un camino alternativo y soberano a la hegemonía política y económica planteada por Washington.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK