Ya sea por su industria, el desarrollo de las ciencias básicas o por su peso como actor internacional relevante, el idioma oficial de la Federación Rusa cobra cada vez más peso. Se trata de una de las lenguas más habladas del mundo y una de las seis que se utilizan en las Naciones Unidas (ONU).
Generaciones de latinoamericanos han podido sacar provecho de este idioma en su vida profesional. En 2016, 6.000 estudiantes presentaron solicitudes, según la agencia federal para la cooperación cultural internacional de la Cancillería rusa (Rossotrudnichestvo), de los cuales 1.000 fueron admitidos.
En total, miles de personas de la región han pasado por centros de estudios superiores en Rusia. Uno de ellos es el venezolano Carlos Chanduvi, actualmente coordinador 'senior' de Tecnologías Climáticas e Innovación de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), quien llegó a estudiar ingeniería metalúrgica a San Petersburgo en 1986.
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"Elegí estudiar en Rusia no por cuestiones no ideológicas, sino buscando una oportunidad de conocer una cultura que en ese momento era bastante difícil de penetrar, porque existía la 'cortina de hierro'. ¿Qué mejor manera de conocerla en ese momento que estudiando el idioma?", dijo Chanduvi, en diálogo con Sputnik.
El funcionario de la ONUDI —quien hasta hace poco se desempeñó como jefe para América Latina del organismo— define al idioma ruso como "el techo de una casa", es decir, algo "fundamental", que luego complementó con el conocimiento de otras "paredes" como el inglés o el alemán.
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"El ruso me dio la oportunidad de conocer una nueva cultura, una oportunidad de ver el mundo desde otra perspectiva", aseveró el ingeniero, quien nunca había tenido un acercamiento con la lengua rusa cuando llegó desde Venezuela a la entonces Leningrado con apenas 17 años.
De aquellos días recuerda como un dolor de cabeza la palabra 'dostoprimechátelnosti' (sitios de interés). Pero pronto, debido al curso preparatorio intensivo de 12 meses con seis días a la semana con cursos de nivelación en ruso de idioma, matemática, física y otras disciplinas, llegó a manejar el idioma de Pushkin sin problemas.
"Al año siguiente, al entrar a la universidad, ya dominabas el idioma y podías seguir las clases magistrales en auditorios, donde hablaban los profesores y había que sacar notas. Al principio podía haber alguna limitación, pero no era que sufrías mucho", recordó.
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"Como la gente es muy amable y muy abierta te ayudaban en el idioma. Aprendí en las calles: siempre me corregían y trataban de entender por ese carácter ruso de amabilidad y hospitalidad que tenían", dijo.
Como lo es ahora, en aquel momento Rusia era un país con una pujante industria siderúrgica, lo que le permitió adquirir una formación contundente en metalurgia. Pero vivir en Leningrado le acercó a Chanduvi otras experiencias inolvidables.
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"Aprendí mucho de la cultura, de la geografía, de la historia que no conocíamos en el Occidente. Particularmente la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en Leningrado una ciudad que sufrió 900 días de bloqueo", dijo.
En los 90, Chanduvi se fue de Rusia, pero sus títulos expedidos en ese país fueron reconocidos "en un 100%" en los pasos siguientes de su carrera en Austria, donde realizó su doctorado.
En Viena se encuentra la sede de la ONUDI donde actualmente trabaja. En ese organismo vinculado al sistema de Naciones Unidas, el ruso es un idioma que sigue enriqueciendo su vida profesional, por las negociaciones y la elaboración de proyectos.
"El ruso se ha convertido bastante importante en la ONUDI, porque el Gobierno ruso se ha convertido en un país donante importante en proyectos. A través de sus fondos, se convirtió en un actor que promueve la asistencia técnica", dijo.