Las fuentes, según el portal, señalan que la Casa Blanca "no se detendrá ante nada para bloquear el Nord Stream 2". Las fuentes añaden que algunos políticos estadounidenses están estudiando otras formas de bloquear un proyecto que ya lleva cola, pero que figuras importantes dentro de la administración del presidente ven ahora las sanciones como una opción cada vez más plausible.
"Las medidas podrían aumentar la tensión en las relaciones entre Estados Unidos y Alemania, donde la clase política está muy enfadada con los movimientos comerciales punitivos del presidente Donald Trump, con su decisión de abandonar el acuerdo nuclear iraní y con otras cuestiones", advierte Foreign Policy.
Sin embargo, la oposición que desde Washington se muestra a la construcción del gasoducto ruso no es nada nuevo. Es una tónica que se sigue repitiendo desde 2015 con el miedo de fondo a que Ucrania se convirtiese en un país irrelevante, ya que el nuevo gasoducto no pasará por territorio ucraniano.
Foreign Policy revela que desde el Departamento de Estado norteamericano han dejado caer que las empresas que participan en el proyecto están tomando parte en él bajo su propio riesgo.
"Hemos sido claros en cuanto a que las empresas que colaboran [en el Nord Stream 2] están adhiriéndose a un proyecto que puede sufrir el riesgo de ser sancionado", ha señalado uno de los portavoces del Departamento de Estado al portal.
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La ausencia de consonancia se hizo patente durante la visita del ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas, a Washington a mediados de mayo. Maas no tuvo reparos en manifestar las desavenencias entre ambos países, no solo en lo referente al gasoducto, sino también en lo que respecta al acuerdo nuclear iraní y a la política comercial entre aliados. A ello se suma la retórica con la que se dirige Trump a Berlín, a quien culpa de gastar miles de millones de dólares en un gasoducto mientras no cumple con sus obligaciones en política de defensa como miembro de la OTAN.
La opinión del Gobierno norteamericano coincide con la legislación en materia de sanciones que el Congreso tramitó en 2017, en parte para, como recuerda Foreign Policy, "atarle las manos a Trump" para que no toque la política que EEUU quiere practicar con el Kremlin.
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"Si la Casa Blanca se toma en serio su objetivo con el Nord Stream 2, se tratará de un cambio notable", advierte Tim Boersma, experto en energía del Centro de Políticas Energéticas Globales de la Universidad de Columbia, citado por el portal. Añade que la brecha en las relaciones entre EEUU y Europa, patente desde principios de 2018, podría explicar el cambio de enfoque con el que la Casa Blanca ha tratado hasta ahora el gran proyecto gasístico ruso.
En marzo de 2018, las autoridades alemanas dieron luz verde para construir el tramo —de 85 kilómetros— que debe pasar por territorio teutón, y los trámites para obtener los permisos de Dinamarca, de Finlandia y de Suecia parece que llegarán a buen puerto.
"Está claro que el único que puede detener el Nord Stream 2 ahora mismo son las sanciones de Estados Unidos", según otra fuente consultada por el portal, un diplomático europeo que trabaja en temas energéticos. "Si Estados Unidos no toma una medida extrema, el Nord Stream se construirá", añade.